Ahmed denunció que los esfuerzos gubernamentales para llevar la paz al norte etíope y asistir a millones de personas, pese a la hostilidad del Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), son objeto de tergiversaciones.
Ello, según explicó, forma parte de una creciente e indebida presión desarrollada los últimos meses sobre un estado en desarrollo y con potencial para avanzar hacia la prosperidad.
Varios medios regionales y nacionales reseñan la misiva, muchos de ellos con posiciones de apoyo al premier, y en las redes sociales miles de etíopes residentes en el territorio y de la diáspora la respaldan.
De acuerdo con el líder, la carta llega a Washington cuando los gritos de mujeres y niños de las regiones de Amhara y Afar, desplazados y hostigados por el TPLF (siglas en inglés), continúan bajo la indiferencia de la comunidad internacional.
El mundo no condena abierta y severamente al grupo, comentó, y declaró que sorprende la reciente política de Estados Unidos contra la nación africana.
Asimismo, acusó al TPLF de violar derechos humanos, civiles y políticos en el estado de Tigray y el país, durante casi tres décadas, para beneficiar a un grupo étnico.
Sus prácticas de promover conflictos, para garantizar su supervivencia política, no terminó en 2018. Cuando mi administración asumió el poder, mutó y se intensificó. Mientras viste el manto de víctima, financia la desestabilización, aseguró.
Ahora, dijo, no deja piedra sin remover en su misión de echar abajo una nación de más de tres mil años, pero eso no sucederá.
Para Ahmed, ‘la aspiración del pueblo de democratizarse’ quedó definida el 21 de junio último, cuando ‘cerca de 40 millones de habitantes de mi país salieron a votar’.
Confiaron en el Partido de la Prosperidad para guiarlos los próximos cinco años. Y mi organización y la administración están decididas a conducir el crecimiento integral nacional, expresó.
Etiopía, reiteró, está aún más resuelta a otorgar a su pueblo la dignidad, la seguridad y el desarrollo que se merecen, con nuestros recursos y potencialidades, sin sucumbir a intereses o presiones, y contra las amenazas de grupos criminales.
El primer ministro, además, acusó a la administración de Biden de no adoptar una posición firme contra el TPLF, organización declarada terrorista por el Parlamento y considerada una amenaza para la seguridad de Etiopía y la estabilidad del denominado Cuerno Africano.
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