A un año de comenzar el conflicto entre el Ejército y los rebeldes del Frente Popular de Liberación Tigray (TPLF, por sus siglas en ingles), con saldo de miles de muertos y masivas violaciones de derechos humanos, Borrell desestimó la solución militar y exhortó a todas las partes a cesar las hostilidades de forma inmediata.
Mediante un comunicado el ejecutivo señaló que lejos de disminuir, el diferendo empeoró y creó una “devastadora crisis humanitaria que socava la integridad territorial».
Los rebeldes de Tigray anunciaron a principios de esta semana que se hicieron con el control de las ciudades de Dessie y Kombolcha, en la región de Amhara, a tan solo 400 kilómetros de la capital de ese país, Addis Abeba.
Ante ese escenario el Gobierno etíope respondió con la declaración del estado de emergencia por seis meses.
Borrell mostró también la preocupación de la UE por los recientes ataques del Ejército en la región de Mekelle, la capital de Tigray (norte).
La UE está dispuesta a utilizar todas sus herramientas de política exterior, incluidas medidas restrictivas para promover la paz, expresó el representante comunitario.
El mecanismo regional estudia, además, la posibilidad de sanciones a Etiopía, pero aun no existe consenso entre los países miembros sobre el tema.
En sus palabras Borrell exigió garantías para el acceso de la ayuda humanitaria a todos los territorios y así evitar “la hambruna a gran escala y aliviar el sufrimiento de la población local y los desplazados internos».
Tras un año de conflicto, miles de etíopes murieron y cerca de dos millones viven desplazados dentro del país, según datos oficiales.
Cerca de siete millones de personas afrontan ya una «crisis de hambre» y al menos 75 mil huyeron al vecino Sudán, según Programa Mundial de Alimentos de la ONU.
La guerra estalló el 4 de noviembre de 2020 cuando el TPLF atacó el Comando Norte de las Fuerzas de Defensa Nacional y, en respuesta, el primer ministro Abiy Ahmed ordenó desplegar tropas en el área para restablecer el orden constitucional.
Entonces el Ejército tomó el control de Mekele, capital de la región, pero algunos líderes y miembros del grupo escaparon e iniciaron un proceso de reorganización en zonas contiguas.
El Frente, acusado de varios delitos y declarado terrorista por el Parlamento, aprovechó un armisticio decretado a mediados de este año para volver a la jurisdicción y, además, extender su campo de acción a las regiones de Afar y Amhara. mgt/ehl