Según el Servicio de Comunicación gubernamental, cuando las fuerzas del TPLF (siglas en inglés) advirtieron que no podían detener el avance del ejército federal, “procedieron a matar mujeres, niños y otras muchas personas indefensas tanto en Asagita como en Mudena”.
También destruyeron mezquitas, quemaron ejemplares del Corán e incendiaron puestos de salud, escuelas, casas, restaurantes y varias infraestructuras de energía eléctrica, agregó la comunicación oficial.
Están huyendo, subrayó, ante la incapacidad de enfrentar a las Fuerzas de Defensa Nacional y muestran su verdadera naturaleza al atentar contra instituciones sociales y económicas que benefician al pueblo.
La comunicación, asimismo, instó a los residentes en las zonas donde el TPLF opera a estar alertas y establecer mecanismos de protección para evitar que el grupo perpetre asesinatos y destrucciones.
Durante las últimas jornadas, informes oficiales confirmaron el avance hacia varias áreas de Afar y Amhara de las huestes federales, comandadas desde la primera línea de combate por el primer ministro Abiy Ahmed. Los principales éxitos fueron en Asagita, Burka y las montañas alrededor de Bati, y el objetivo inmediato es tomar el control de Kombolcha, siempre de acuerdo con reportes del gobierno.
Medios asociados al Frente destacan que los tigriñas están en condiciones de avanzar hacia la capital etíope y mantienen el domingo de la mayor parte de Tigray, zonas de Afar y Amhara, y un corredor de transporte entre el país Djibouti.
La guerra, que estalló en noviembre de 2020, pudo detenerse en junio pasado, cuando las autoridades nacionales declararon un armisticio, pero el Frente lo aprovechó para incrementar y extender su beligerancia en el norte del país.
Desde entonces, personas, ganados, cultivos, escuelas, centros asistenciales, campamentos para desplazados e incluso mezquitas son objetivos de las agresiones de la organización, aseguran diferentes acusaciones oficiales.
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