La nación caribeña debe su primera universidad (1728) a la Orden de Frailes Dominicos, pero no fue hasta después de 1960 que los estudios superiores se diversificaron e impactaron socialmente en una región con elevado analfabetismo.
De acuerdo con documentos históricos, la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana se seculariza en 1842 tomando el nombre de Real y Literaria Universidad de La Habana y finalmente en 1899 adquiere su denominación actual.
En esa Casa de Altos Estudios podía cursarse la carrera de Medicina, Jurisprudencia y Farmacia, luego en 1862 se amplía la estructura con Filosofía y Letras y Ciencias Naturales.
En declaraciones a Prensa Latina, el doctor en Ciencias Román García Báez, asesor del ministro de Educación Superior, explicó que en las décadas del 40 y 50 del pasado siglo se fundaron las universidades de Oriente y la Central de Las Villas, por lo que en 1959, luego del triunfo revolucionario, existían en Cuba sólo tres universidades públicas.
“A partir de 1961 el Estado cubano defendió el principio del derecho a la educación de todos los ciudadanos y como parte de la estrategia se lleva a cabo la Campaña de Alfabetización, se establece el Sistema Nacional de Becas y se fomenta la reforma universitaria, entre otras acciones”, comentó.
En la actualidad, Cuba cuenta con 50 instituciones de altos estudios (41 de ellas universidades), 22 centros adscritos al Ministerio de Educación Superior (MES) y en cada provincia existen al menos dos universidades, en tanto La Habana tiene 17.
“Es una red que actúa como sistema y esa es su principal fortaleza: hay complementariedad, los avances se socializan, no existe competencia y es una educación pública y gratuita desde el pregrado hasta el posgrado”, subrayó el también profesor titular.
Sin embargo, aunque los centros se fortalecían y el acceso era para todos los sectores sociales, durante la denominada Batalla de Ideas, que comenzó en 1999, el líder histórico de la Revolución Fidel Castro planteó la necesidad de extender esas instituciones a los barrios.
En opinión del profesor García, la universalización de la educación superior representaba la concreción del ideal de justicia social y buscaba que más de 100 mil jóvenes que no trabajaban o estudiaban en ese momento tuvieran acceso en sus municipios a este nivel de enseñanza.
Según el asesor del MES, como complemento de la municipalización se incrementó el estudio universitario mediante la modalidad de Encuentro a Distancia y el resultado fue que para esa época, el 69 por ciento de los jóvenes del país con edad de ingresar a la Casa de Altos Estudios, ya estaban cursando una carrera.
“A partir de 2012 comenzó un proceso de integración de las universidades pedagógicas con las del Ministerio de Educación Superior que permitió aprovechar mejor los recursos”, refirió.
En 2018 surgió la Educación Superior de Ciclo Corto con los primeros 25 programas de formación, esencialmente vinculados a la salud pública, la educación, la administración de redes y seguridad Informática y al sector aduanero.
En ese momento más de cuatro mil jóvenes accedieron a las universidades, explicó recientemente la directora de formación de profesionales de pregrado del MES, Deysi Fraga.
“Además de otorgar otra posibilidad a los estudiantes de elevar su formación, le permite a Cuba completar los cuatro niveles de la educación terciaria, un elemento presente en otros países y que viene a fortalecernos”, apuntó.
El Centro de Estudios de Población y Desarrollo señaló en 2018 que un 20,1 por ciento de la población de la isla es adulta mayor, lo cual cataloga al país como el más envejecido de América Latina.
Del proceso de extensión universitaria de la Universidad de La Habana nació el 14 de febrero de 2000 la Cátedra del Adulto Mayor, una iniciativa que promueve la actualización y superación científico-técnica de las personas de la tercera edad para influir en su calidad de vida.
Los cursantes deben ser jubilados y contar con 60 años o más para acceder a los cursos, una práctica gerontológica que se ha extendido a otras universidades del país con el apoyo de los Centros Universitarios Municipales.
Según una investigación de 2019 de las profesoras de la Facultad de Psicología, Paloma Carina Henriquez y Laura Sánchez, en estos años han egresado del curso básico en la capital 18 mil 832 mayores y a nivel nacional se cuenta con más de cien mil graduados.
“Este proyecto extensionista tiene como uno de sus propósitos lograr que sus estudiantes desmitifiquen los prejuicios asociados a la edad y se erijan como personas empoderadas en el ámbito comunitario a través de su participación en las actividades de la comunidad”, apuntó la investigadora Teresa Orosa.
La también presidenta de la Cátedra y su principal promotora a nivel nacional, aseguró que es preciso retomar las campañas de envejecimiento activo y saludable, los proyectos de entornos amigables y la continuidad en el posicionamiento de mayores niveles de empoderamiento de este sector poblacional.
Como parte de la preocupación por la inclusión en la educación superior, el ministerio desarrolla una política social en la que se estudian procesos relacionados con la presencia en las aulas de más estudiantes blancos, mujeres o hijos de intelectuales, cuestiones a las cuales tratamos de hacer frente, dijo el profesor Román García.
“Actualmente se corresponde la estructura general de la educación superior con la estructura demográfica del país”, agregó.
Según el asesor, la preocupación sobre estos fenómenos y diferencias que ocurren más allá de la gratuidad de la enseñanza se tomará en cuenta en la futura Ley de Educación Superior, próxima a elaborarse en la isla.
“La universidad es pública, humanista y científica”, recordó el especialista al referirse a otro tema que se ubica en el centro de la atención gubernamental.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, ha abogado porque exista un elevado impacto del conocimiento, la ciencia y la innovación en el cumplimiento del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030.
En este sentido, el mandatario indicó la aplicación práctica de las investigaciones de los centros e instituciones universitarias, con la intención de fortalecer las conexiones entre el sector del conocimiento y el de la producción de bienes y servicios.
En opinión del profesor García, la educación superior es baluarte de ese proceso de transformación y desarrollo local, por lo que actualmente existe una interrelación cada vez mayor entre las investigaciones que esta lleva a cabo y los objetivos de las empresas o centros del país.
Esta es una prioridad gubernamental que continúa incluso en medio de la actual situación epidemiológica por la Covid-19 y el recrudecimiento del bloqueo comercial, económico y financiero impuesto por Estados Unidos impuesto hace seis décadas.
Universidades antiCovid-19
Durante los índices más elevados de la enfermedad en esta nación, el quehacer universitario no se paralizó, pese a que más de 70 instituciones de la enseñanza superior se destinaron a centros de aislamiento y unos 19 mil alumnos y profesores dirigieron sus esfuerzos a tareas de impacto.
“Pudimos concluir el curso pasado con sus procesos esenciales, nuestros estudiantes de años terminales pudieron graduarse y comenzar a trabajar, y desarrollamos un proceso de ingreso a la educación superior muy complicado”, relató recientemente el ministro José Ramon Saborido.
Asimismo, aseguró que en la actualidad se defiende la combinación de actividades presenciales y a distancia con el empleo de más de 70 plataformas virtuales.
El director general de pregrado en el MES, Reynaldo Velázquez, indicó que existe una nueva modelación para desarrollar los procesos universitarios, condicionada por las orientaciones de la dirección de la nación, el comportamiento actual de la pandemia, los pronósticos de evolución y los resultados del esquema de vacunación.
Uno de las ventajas de la educación superior en la isla, que se mantuvo durante la Covid-19, es la ubicación laboral que provee la institución a todos los egresados.
Según Saborido, durante el último año, la pandemia obligó a avanzar en el uso de las tecnologías en la docencia “como no lo habíamos hecho ni en 10 años, aunque -puntualizó- una cosa es el acceso a la información y otra el conocimiento”.
El titular informó que la Educación Superior en Cuba transitará de manera gradual hacia las clases presenciales, priorizará la atención individualizada y comenzará el próximo curso en abril de 2022.
Subrayó que el sistema educacional cubano defiende un alto grado de presencialidad ‘porque no buscamos solo instruir, sino también influir para conformar un profesional más completo acorde a lo que el país necesita’.
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