El indicador, que mide la variación promedio experimentada por los precios de una canasta de bienes y servicios en un período determinado, confirma el aceleramiento de la inflación en la capital nipona.
Mientras, el IPC subyacente -que excluye la volatilidad de los alimentos frescos pero incluye los costes de la energía- aumentó un 0,5 por ciento en febrero con respecto al año anterior, acelerando la subida de 0,2 por ciento de enero.
La principal causa del incremento en este indicador fue la subida de 24,2 por ciento de los precios de la energía, lo que revierte en complejas consecuencias para los comercios minoristas y las familias.
Esta realidad, de conjunto con el ascenso de los costes de los alimentos, pesará sobre el consumo y por transitividad sobre la frágil recuperación económica del país, según expertos.
En ese contexto, la crisis en Ucrania -y la posible subida de los precios mundiales de la energía y las materias primas- puede acelerar aún más la inflación durante los próximos meses en la nación asiática.
Los costes de importación ya aumentan: cualquier nueva subida supondría un gran revés para el consumo y los beneficios empresariales de Japón, que depende en gran medida de las importaciones de materias primas, alertó Yoshiki Shinke, economista jefe del Instituto de Investigación Dai-ichi Life. acl/att