“Nosotros cantamos y bailamos por todo…, cantamos cuando sufrimos y cantamos cuando estamos alegre; es lo que mantiene la autenticidad de esa angolanidad que buscamos todos los días”, dijo a Prensa Latina el director nacional de Cultura y Arte, Euclides Barros da Lomba.
Licenciado en Educación Musical, el profesor y cantante profesional consideró que la multiplicidad étnico-cultural constituye, sin lugar a dudas, la mayor fortaleza de los valores identitarios de su país, a semejanza de otros pueblos africanos.
Dentro de las culturas del continente, recordó, la música y la danza sirven para denotar sufrimiento, dolor, honra a los difuntos y jolgorio; así puede entenderse porqué “cantamos y bailamos ante la pérdida de un ser querido”, el nacimiento de una criatura o la celebración de un matrimonio.
Por las fiestas del carnaval nació el Semba, haciendo galas de la percusión en toda su extensión, a partir de instrumentos idiófonos y membranófonos, los cuales actúan en pareja, explicó.
En sus inicios, abundó, era un género instrumento-percusivo, en el que la voz humana seguía la lógica de exposición-respuesta: primero, el parlamento de un cantante y luego, la contesta dela gente a coro, de manera cómplice y natural, como testimonio de los deseos de divertirse y pasarla bien.
Hijo de los barrios marginales periféricos, el Semba conquistaba con su musicalidad el asfalto de las grandes urbes en tiempos de carnaval, invitando a arroyar detrás de los batuques (tambores) y las comparsas.
La tradición continúa igual, aunque la sonoridad evolucionó progresivamente en el transcurso del tiempo, mediante la introducción de la guitarra, el bajo, los teclados, la batería e instrumentos de viento de madera, que sirven de base de sustentación al complemento armónico, indicó.
Comúnmente, refirió, los géneros musicales angoleños están asociados tanto a la creación melódica como a la danza, con exponentes específicos bien identificables por territorios, según los grupos etnolingüísticos predominantes en cada región, sus creencias sincréticas y formas de exponer el arte.
Por ejemplo, en el este del país, en las provincias de Moxico, Lunda Norte y Lunda Sur, se cultiva la Txianda, un género de música y danza, cantado en idioma Chokwe, mientras que en el centro-sur sobresale la Sungura, interpretada en Umbundu.
Mientras Luanda, por su carácter cosmopolita, recrea diversas influencias y cultiva géneros populares como Semba, Masemba, Rebita, Cabecinha y Kazucuta, relató el experto.
Si bien la Rebita y la Masemba reflejan la cultura endógena; en ellas, comentó, hay huellas de las apropiaciones resultantes del intercambio con lo externo, al asimilar el uso del acordeón, quizás traído al país por los marinos, quienesdesde antaño frecuentaban la isla de Luanda.
A diferencia de otros géneros nacionales, el Kuduro concentra su atención en la fuerza de la danza y la expresión corporal, colocando en segundo plano la cualidad temática de los textos, contrastó.
Sus primeras composiciones aparecieron a finales de los años de 1980, tras el surgimiento del sintetizador que permitió la reproducción de melodías mediante sampling y una velocidad rítmica de base de120 beats (pulsos) por minuto.
No obstante, precisó, en tiempos más recientes surgieron variaciones como el Kuduro underground, el melódico y el melódico-melódico, con una propuesta cantada más atenta al contenido.
A escala internacional, es una música que funciona por su gran fuerza rítmica y las posibilidades de disfrute para los bailadores, por tanto, resultan muy populares entre los jóvenes, opinó.
Actualmente constituye uno de los géneros más representativos de Angola en el exterior; incluso, academias de ejercicios físicos en distintas partes del orbe registran al Kuduro dentro del contenido de la enseñanza y el entrenamiento.
Con la Kizomba sucede algo parecido; hasta hay competiciones de baile dedicadas por entero al género, aunque “lamentablemente no permiten la participación de angoleños, pues alegan que estamos en ventaja”.
Da Lomba apreció, además, la valía de influjos externos: el género Kiliapanga de la región este de Angola, ilustró, es muy similar al Reggae del Caribe, aunque “es discutible quién influenció a quién”, porque aquellas tierras nutrieron su acervo con miles de africanos en los tiempos de la esclavitud.
En el país, estimó, hay un relevante movimiento creativo inscrito en la llamada World Music, que desde los años 1980 integra y rescata géneros musicales tradicionales o folklóricos, con el uso de instrumentos electrónicos típicos de las producciones jazzísticas.
Hasta el momento, no hay una superioridad en cuanto al consumo de los géneros endógenos de la música y la danza por parte de la población, si bien los circuitos comerciales favorecen la difusión del Semba, la Kizomba y el Kuduro en búsqueda de audiencias e ingresos, respondió.
Según evaluó, la escasez de recursos humanos y financieros limitan aquí las investigaciones científicas en el campo de las bellas artes, y buena parte de los estudios musicales disponibles son de autores extranjeros, sin la debida comprensión a veces de la historia y la naturaleza del africano.
No obstante, la preservación y la valorización, por igual, de todas las manifestaciones artísticas angoleñas constituyen una prioridad para el Estado, porque “somos una nación pluriétnica y multicultural que se forja sin la discriminación de nadie”, subrayó.
La simbiosis entre música y danza manifiesta “la forma de estar del pueblo en su dimensión más profunda y no hay otra manera de ser”; por ende, acotó, es obligación del Estado crear los mecanismos para salvaguardar esa herencia como parte de la construcción de la angolanidad.
Composiciones en Kimbundu, Umbundu, Tuchokwe,Nganguela y otros idiomas nacionales junto a sus danzas específicas, nutren ese vasto patrimonio, consideró.
A juicio del entrevistado, el Semba, la Kizomba y el Kuduro surgieron como consecuencia de la evolución y la influencia de géneros llegados a Angola y de otros oriundos del país.
Los tres, afirmaron, “se han propagado por el mundo con una velocidad vertiginosa y ahora tenemos la preocupación de reconocerlos como patrimonio inmaterial de la humanidad”.
Sin embargo, la presentación de las correspondientes solicitudes a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), requiere estudios e inversiones, dada las exigencias de los expedientes técnicos, reconoció.
“La cultura es base y fundamento de todo aquello que es fuente y motivo de orgullo para la nación angolana, desde esa perspectiva observamos el posible reconocimiento de la Unesco”, resumió el representante del Ministerio de Cultura, Turismo y Medioambiente.
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