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ESCÁNER: Entre promesas y realidades (+Fotos +Info +Video)

La Habana (Prensa Latina) Trece años después de su irrupción en el escenario económico global, las criptomonedas continúan entre la pasión y el escepticismo, entre la promesa de cambio del orden financiero y la probable asunción de sus reglas de juego.
Por:
Karina MarrónPor Karina Marrón González

Redacción de Economía

En algo coinciden sin embargo quienes las defienden y quienes las adversan: por más virtuales que sean conquistaron un espacio en el mundo real y su surgimiento abrió las puertas de un universo tecnológico mucho más amplio, cuyo final aún es imposible prever.

¿Pero de qué hablamos cuando nos referimos a criptodivisas?, ¿es lo mismo que dinero digital?, ¿cómo algo que no puedo ver o tocar puede tener valor, basado en qué?

“Esas fueron las mismas preguntas que me hice al inicio, pero actualmente el dinero tampoco tiene respaldo”, respondió un tanto divertida a Escáner la licenciada en Economía Marian Cabrera, profesora de la Universidad de La Habana.

El dinero fiduciario no tiene respaldo hace mucho tiempo -sostuvo-, respaldo en oro como en su momento fue, sino que se basa en la confianza en el gobierno que imprime la moneda, en la economía del país que la sustenta, y algo semejante ocurre con las criptomonedas.

Para el ingeniero Alexi Massó, investigador del Grupo Blockchain del Instituto de Criptografía de la Facultad de Matemática y Computación de la casa de altos estudios, cuando en el 2009 surgió el bitcóin, la primera de estas criptodivisas, su valor estaba basado en la fe de las personas que decidieron creer en ella, hoy sin embargo su cotización obedece en parte a la riqueza de quienes la poseen.

El especialista las define como “bases de datos que usan la criptografía y un sistema descentralizado de miles de computadoras para almacenar información de transacciones”, y explicó que, aunque hay similitudes con el dinero digital, no se trata de lo mismo.

Cuando cobras tu salario mediante una tarjeta de crédito tampoco tienes algo físico, sino que figura en una base de datos, tú posees una cantidad determinada de una moneda y eso te da derecho a realizar diversas operaciones, detalló.

Con las criptodivisas pasa algo similar, apuntó, solo que la base de datos no está en la computadora de un banco, sino en miles de equipos a la vez y se vale de la criptografía para trabajar con seguridad.

 

A MEDIO CAMINO ENTRE TECNOLOGÍA Y FINANZAS

Hay dos rasgos distintivos de las criptomonedas, precisó a Escáner Marian Cabrera. El primero es que no están emitidas por un ente regulatorio, es decir, por un banco central; de ahí que carezcan del respaldo de un país.

“Eso es algo que por ahora las diferencia, aunque está en tela de juicio debido a las llamadas CBDC, que son básicamente criptomonedas de emisión centralizada, o lo que es lo mismo, remitidas por un ente regulatorio”, añadió.

La segunda y definitoria, en el criterio de la economista, es que todas tienen como base una blockchain o cadena de bloques, la tecnología que dicta su funcionamiento y permite realizar y registrar operaciones de forma segura, sin mediar una institución.

Dicho de una manera sencilla, una cadena de bloques es una base de datos compartida entre miles de computadoras por todo el mundo, sobre la cual es posible almacenar y verificar información de manera segura gracias a la criptografía y sin la intervención de ninguna entidad.

Suelen ser públicas o de código abierto, y es la red de equipos involucrados la encargada de certificar cada transacción, de manera que es posible comprobar los movimientos, pero no borrar ni cambiar el contenido, de acuerdo con la teoría, acotó Cabrera.

Desde el punto de vista informático estos elementos las convierten en un blanco difícil, agregó, porque habría que atacar múltiples equipos a la vez para poder hackear una blockchain, además de que consume tiempo, energía y requiere de gran capacidad de cómputo.

Recordemos que los bloques archivan información y solo es posible adicionarlos, por lo que mientras mayor sea la cadena de una criptomoneda más complicado será intentar alterar su contenido para robar, comentó.

Cómo funciona una criptodivisa entonces, detalló la economista: creas una billetera virtual o wallet, eso genera un código alfanumérico con el cual quedará registrada cada operación en la blockchain; mas, para que sean válidas, estas deben ser comprobadas por la red de computadoras vinculadas a la base de datos específica.

“Cada transacción con una criptomoneda genera una cantidad de información que a través de la red llega a todos los que tienen la base de datos”, profundizó Alexi Massó; estos son los llamados mineros, que pueden actuar en solitario o en nodos.

Luego, cuando hay un grupo de transacciones aprobadas, los mineros intentan crear con estas un nuevo bloque y añadirlo a la cadena. Es decir, sus computadoras compiten para resolver un problema matemático muy complicado y la que lo resuelva es reconocida como ganadora del premio, en este caso la generación de nuevas criptomonedas, dijo el ingeniero.

Puede compararse a lo que ocurre en una mina real, señaló Cabrera, donde se busca y busca hasta encontrar un pedacito de algo. Solo que en este caso se va en pos de un código, el correcto, para liberar el premio.

 

MINEROS MODERNOS

Cuando nació el bitcóin, en teoría cualquiera podía encontrar nuevas unidades desde cualquier dispositivo a través de la minería, pero actualmente no es así.

“Tienen que ser cada vez máquinas más poderosas, estar conectadas más tiempo y generan un gasto de energía mucho mayor”, especificó la profesora universitaria, con lo cual la promesa de democratización de los inicios se va diluyendo.

Mientras mayor es la cadena de bloques de una criptomoneda igualmente debe crecer la capacidad de cómputo para minar y, en el caso específico de los bitcoines, donde está programada una cantidad limitada, a medida que queden menos disponibles más difícil se vuelve encontrarlos, de ahí la necesidad de una máquina más potente.

Esto da lugar a las granjas de cómputo o nodos, dijo Cabrera, donde probablemente personas que ni se conozcan trabajan juntas para liberar nuevas unidades y repartirse las ganancias.

“Ahí empieza la concentración del dinero, aunque las criptomonedas no sean consideradas por la mayoría de los especialistas y entidades como tal”, subrayó la economista, y comentó que quien tiene más recursos puede tener granjas de minería, con locales llenos de servidores y personas dedicadas a ello y, en consecuencia, pueden llegar a tener mejores resultados.

No obstante, llamó la atención sobre el hecho de utilizar al bitcóin como referencia, por ser la primera creada y ser la más cotizada, aunque hay miles de criptodivisas y todas no funcionan igual.

NI DINERO NI ALTERNATIVA, POR AHORA

De acuerdo con Coinmarketcap.com, considerado como sitio fundamental para el seguimiento de este tema, el 2 de abril existían 18 mil 651 criptomonedas y el capital vinculado a ellas ascendía a 2,15 billones de dólares.

Pero ambos números fluctúan, porque constantemente surgen y desaparecen criptodivisas, y la volatilidad se convierte en una característica intrínseca de estas, aupadas por su falta de respaldo y la especulación de la que son objeto.

Las criptomonedas no son dinero, opinó Cabrera. No es un consenso sólido, pero la mayoría de las personas las consideran activos, una inversión, aunque no dinero en sí, pues este tiene que cumplir tres funciones básicas: circulación, representante del valor y que se pueda emplear como reserva de valor, lo cual no cumplen en su totalidad.

Puso como ejemplo que si alguien ahorrara sus recursos financieros por esa vía, nunca sabría exactamente con qué cuenta debido a sus altibajos en el mercado; además, tampoco está generalizada su circulación en negocios y comercios, y casi nunca se expresan los precios de mercancías y servicios en criptomonedas, añadió.

Aun cuando es posible hacer cada vez más operaciones y su uso se extiende con fuerza, hay dificultades técnicas que limitan su alcance, como la rapidez para procesar las transacciones (validación), unido a que los mineros no dan abasto y tampoco el poder de cómputo, aspecto que genera altas comisiones por esa labor, argumentó.

Son aspectos que lastran su camino hacia una probable disputa por la hegemonía con el dólar y el actual sistema financiero, una de las promesas difundidas por sus defensores desde los inicios.

La economista consideró, sin embargo, que es la actual organización del mundo en lo económico y político el principal obstáculo, y en lugar de cambiar ante el empuje de las criptodivisas, tal parece que ese orden las absorbe.

Cuando surgieron en medio de la crisis económica del 2008, donde se perdió toda la confianza en el sistema financiero, ellas fueron una esperanza de democratización para los desposeídos, que podrían salvaguardar su dinero de intermediarios, pero se convirtieron en un activo especulativo, como mismo sucede en el mercado de valores, reflexionó.

En su criterio, en el momento en que las criptodivisas representen una verdadera e importante amenaza para el sistema será muy fácil eliminarlas, si quienes dominan este escenario conciertan acciones.

“Más importante que las criptomonedas es la blockchain”, enfatizó la especialista, quien remarcó sus múltiples aplicaciones y potencialidades, tanto en la trazabilidad de productos como alimentos y medicinas, como en contratos inteligentes y otros.

“Abrió un mundo nuevo que hoy es parte de la llamada nueva revolución industrial, un salto tecnológico en el que están unidas las cadenas de bloques, la inteligencia artificial, el bigdata y el internet de las cosas, y que sin lugar a dudas darán paso a un desarrollo diferente”.

 

arb/kmg

Colaboraron en este trabajo:

Amelia Roque Editora Especiales Prensa Latina
Yanet Llanes Alemán Editora Web Prensa Latina
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