Los autores analizaron el comportamiento reproductivo de ratas hembras expuestas a un sonido de grito y el efecto sobre sus hormonas sexuales, el número y la calidad de los óvulos, así como su capacidad para quedar embarazadas y procrear después del apareamiento.
Confirmamos una reducción de los niveles de estrógeno (grupo de hormonas que juega un papel vital en el crecimiento y el desarrollo reproductivo), también de hormona antimulleriana (producida por los ovarios que ayudan en la formación de los órganos) y, en consecuencia, una disminución de la reserva ovárica, precisaron.
“Es importante determinar una asociación entre el estrés crónico y la infertilidad porque hacerlo puede ampliar nuestra apreciación de las limitaciones de las intervenciones clínicas actuales y proporcionar información valiosa sobre la causa”, explicó el doctor Wenyan Xi, del Segundo Hospital de Afiliación de la Universidad Xi’an Jiao Tong en Xian, China.
Otros factores que pueden afectar la fertilidad relacionados en el artículo fueron los años, la dieta pobre, el hábito de fumar, el consumo excesivo de alcohol, estar bajo peso y tener sobrepeso, además de los problemas de salud que provocan cambios hormonales.
Los implicados insistieron en que pueden provocar la infertilidad femenina problemas físicos, hormonales, el estilo de vida o factores ambientales, mientras señalaron que aproximadamente una de cada ocho parejas o alrededor de 6,7 millones de estadounidenses tienen problemas debido a la infertilidad.
Informes oficiales dan cuenta que entre 48 millones de parejas y 186 millones de personas tienen infertilidad en el mundo y describen la enfermedad del sistema reproductivo masculino o femenino como la imposibilidad de conseguir un embarazo después de 12 meses o más de relaciones sexuales habituales sin protección.
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