De acuerdo con el autor, el Congreso necesita revertir lo que él denomina vergüenza americana.
Según sus cálculos, los ingresos de un miembro de rango menor de las fuerzas armadas de su país, de alrededor de 30 mil dólares anuales, son insuficientes para garantizar atención médica, vivienda y alimentación.
Los miembros del servicio activo no deberían solicitar programas de ayuda gubernamentales o ir a bancos de alimentos, se les debe pagar un salario que les permita alimentar a sus familias, expresó el general Ferrari.
Señaló que el problema empeoró durante la pandemia a partir de un estudio que indicó un aumento del 150 por ciento en la inseguridad alimentaria entre las fuerzas armadas en los últimos dos años o más.
Ese tema debe ser una de las prioridades del Congreso, que se prepara para votar la Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) del año fiscal 2023, un proyecto ya analizado en comités de la Cámara Baja y el Senado con presupuestos previstos de más de 800 mil millones de dólares.
La NDAA de 2022 proporcionó una asignación de necesidades básicas para familias militares y si bien eso ayuda, todo lo que logró el legislativo fue reemplazar una fuente de asistencia pública por otra, pues no paga salarios dignos a las tropas, advirtió el general.
Con la inflación en aumento, el Congreso debe incrementar el sueldo de las fuerzas armadas más allá del 4,6 por ciento propuesto por el Departamento de Defensa, sugirió el general retirado.
La inseguridad alimentaria entre militares es un problema de seguridad nacional: multiplica el estrés del personal en servicio activo, disminuye su bienestar y puede dificultar el reclutamiento, indicó un estudio del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
La mayor inflación en 40 años, los problemas en la cadena de suministros y la finalización de programas de ayuda por parte del gobierno conllevaron a una insuficiencia de alimentos en las mesas de las familias de los soldados y de los estadounidenses en general.
acl/avr