Es una variedad sobreviviente de los extensos bosques que existieron hace unos 30 millones de años y sólo vive en la zona central de Chile, en particular en las regiones de Valparaíso y Maule.
Se caracteriza por un tronco relativamente ancho de unos 30 metros de altura y un follaje espeso en la parte superior de la planta y su nombre científico es Jubaea Chilensis.
El documento precisa que en la actualidad apenas existe el cinco por ciento de su población debido a factores geográficos, climáticos y a la acción del ser humano, sobre todo después de la colonia, cuando fue sometida a una intensa explotación para extraer su savia, conocida como miel de palma.
De acuerdo con la investigadora Paola Jara-Arancio, una de las conclusiones del estudio, cuyo extracto fue divulgado por el diario El Mostrador, es que hay una muy baja diversidad genética debido al cruce entre plantas de una misma población.
Esto implica dificultades de adaptación frente a diversas condiciones y, por lo tanto, tiene un pobre desarrollo, aseguró la especialista.
Otro elemento es que en la actualidad la dispersión natural de las semillas las realizan pequeños roedores cuyo radio de acción no rebasa los seis metros, a diferencia de antes, cuando este proceso era realizado por animales más grandes.
Jara-Arancio aseguró que el país no puede darse el lujo de perder a la palma chilena ni renunciar a su patrimonio genético, pues eso también afectaría a otras especies en los bosques de esa zona del país.
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