Los precursores llegaron un 5 de noviembre de 1998 en respuesta al llamado de auxilio del entonces presidente Álvaro Arzú, y de inmediato se pusieron a disposición del Gobierno para socorrer a la población más sufrida sin importar lo recóndito de los parajes ni las difíciles condiciones de campaña.
La Tinta, en el municipio homónimo del departamento de Alta Verapaz, fue uno de los lugares donde los galenos de la isla dejaron muy pronto su huella, pues el arribo de una segunda brigada de 31 cooperantes permitió en solo 48 horas poner en funcionamiento un hospital bien equipado, pero cubierto de dos metros de lodo.
En medio de condiciones higiénico-sanitarias proclives a posibles brotes de cólera y malaria, los cubanos aplicaron el enfoque de atención primaria de salud, válido en su país para atajar las causas de los problemas y no quedarse en la mera sanación.
La experiencia de La Tinta dio las herramientas para defender al especialista en Medicina General Integral como la pieza más valiosa del Programa Integral de Salud que en abril de 1999 selló en La Habana el Acuerdo de Cooperación entre ambas naciones para detener un huracán mucho más silencioso que el Mitch, la muerte por enfermedades previsibles.
Serián principios inviolables, cubrir las zonas más apartadas del país, donde sus propios profesionales no llegaban, y aportar servicios de calidad sin distinción de raza, credo o ideologías en función del mejoramiento continuo de indicadores de salud precarios.
Veinticuatro años después, y a pesar de campañas que intentan denigrar esta obra de solidaridad, los más de 285 integrantes de la Brigada Médica de Cuba (BMC), festejan un nuevo aniversario desde cada centro, puesto o área de salud, donde reciben a diario el cariño de una población mayoritariamente indígena, rural, e históricamente discriminada.
Sayaxché, Joyabac, Fray Bartolomé, Huehuetenango, Ixcán, Nebaj y la propia Tinta, son algunos de los parajes que conocen de sus pasos por recónditas aldeas y comunidades; allí se adaptan a las alturas, al polvo, los temblores, al frío intenso o al calor extremo, así como a lenguas y costumbres diversas.
Una enfermedad silenciosa, la ceguera, trajo en 2005 el beneficio de la Operación Milagro y la posterior apertura de cuatro centros oftalmológicos para operar gratuitamente.
Como episodios más recientes en la memoria de los guatemaltecos están la atención inmediata a los damnificados por la erupción del volcán de Fuego en junio de 2018, el enfrentamiento a la Covid 19 y a los afectados por las tormentas Eta e Iota.
Hoy la BMC tiene sobrados motivos para celebrar, pues pese a ataques de campañas políticas, cuentan con miles de guatemaltecos agradecidos que defienden su continuidad.
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