Hemos enfrentados graves problemas, incluidos la crisis mundial provocada por la Covid-19, la extrema sequía en algunas áreas y el conflicto en Tigray, pero los programas de desarrollo sobreviven a esas circunstancias y avanzan, matizó.
Las dificultades, comentó, no nos vencieron y forjaron una cultura de trabajo duro en la nación, que obliga a adoptar medidas necesarias para enfrentar la inflación y mejorar la calidad de vida de los etíopes.
En una comparecencia ante la Cámara de Representantes del Pueblo (Parlamento), Ahmed señaló que “el anterior año fiscal el producto interno bruto registró un incremento del 6,4 por ciento y para el actual período la proyección es de 7,5”.
De manera particular, destacó, la agricultura experimentó un crecimiento del 6,1 por ciento, liderada por la eficiencia en el cultivo de trigo, y pronto puede convertirse en impulsora de resultados importantes en otras áreas macroeconómicas.
Nuestra economía ascendió al primer lugar en África oriental y al tercero en África subsahariana, según los cálculos del Banco Mundial, subrayó el primer ministro.
Sin embargo, opinó, no estamos totalmente de acuerdo con ese informe, debido a que Etiopía tiene actividad económica formal e informal y creemos que ha logrado un mayor crecimiento de lo que indica el Banco.
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