El balance de labores de la sala legislativa, presidida por el diputado Hebert Figueroa, y que contó con la presencia del ministro de Salud Francisco Coma, tuvo en cuenta «el liderazgo, compromiso, perseverancia y dedicación de los médicos de la isla, cuyos resultados se traducen en el bienestar de la salud de los guatemaltecos».
La Coordinadora nacional de la BMC, Mariheta Cutiño, recibió la distinción en nombre de los más de 400 colaboradores que prestan aquí sus servicios en las comunidades y aldeas más intrincadas.
El pasado 5 de noviembre, la misión cumplió 24 años de presencia ininterrumpida en la tierra del Quetzal, desde la llegada de los primeros galenos en 1998 ante la solicitud oficial de ayuda del Gobierno de Álvaro Arzú a Cuba.
Un país devastado por el paso del huracán Mitch por Centroamérica fue el escenario en que los precursores abrieron el camino de una colaboración humanitaria intacta hasta hoy, pese a campañas internas para tratar de desacreditar una obra reconocida por sus principales beneficiarios, las comunidades y aldeas más recónditas y olvidadas.
Desde entonces, sucesivas brigadas desandan la compleja geografía nacional y hoy suman cuatro centros oftalmológicos como parte de la Operación Milagro, un programa de cirugías de catarata totalmente gratis con personal altamente calificado.
También en diciembre del pasado año, la BMC fue reconocida como «Héroe en la lucha contra la Covid-19», pero por la Comisión de Derechos Humanos del Legislativo.
«Por la entrega y sacrificio mostrados en la primera línea de atención a la pandemia, protegiendo el derecho a la vida y la salud de los guatemaltecos», decía la placa que el entonces Procurador de los Derechos Humanos, Jordán Rodas, puso en manos de los cooperantes.
«Los admiramos, los respetamos y los consideramos imprescindibles aquí y en esta batalla contra la Covid-19», expresó Rodas en declaraciones a Prensa Latina aquel 10 de diciembre, cuando elogió el papel de los profesionales de la nación caribeña en los meses más duros de la emergencia sanitaria y en la atención a damnificados por las depresiones Eta e Iota.
Veinticuatro años después, la BMC ratificó a las autoridades de Salud guatemaltecas la disposición de continuar una obra que definen de infinito amor y solidaridad con los más humildes.
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