Según la secretaria de Energía de la nación, Jennifer Granholm, dicho desarrollo acercó significativamente al país a la posibilidad de explotar la energía de fusión, una fuente libre de carbono.
“Esta es una de las hazañas científicas más impresionantes del siglo XXI”, dijo la funcionaria en una conferencia de prensa, y agregó que los investigadores han trabajado en ese esfuerzo durante 60 años.
Este método se refiere a la fusión de átomos para producir energía, en contraste con la fuente nuclear usada comúnmente, que obtiene energía de la división de átomos.
Durante décadas, los científicos buscaron promover la fusión nuclear como una fuente limpia que no produzca los desechos radiactivos resultantes cuando los átomos se separan.
Si bien esta metodología puede generar subproductos tóxicos que permanecen en el sitio de la planta, no requieren almacenamiento a largo plazo, dijo recientemente un experto en la materia al diario The Hill.
Granholm, por su parte, reveló que la administración tenía el objetivo de lograr la fusión comercial dentro de una década.
En la conferencia de prensa, Kim Budil, director del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore donde se produjo el avance, reveló sin embargo que podrían pasar más de 10 años antes de que esta fuente se comercialice.
Hay obstáculos muy significativos tanto en ciencia como en tecnología, estimó.
Uno de los grandes problemas sobre la fusión nuclear hasta hoy irresuelto era lograr que produjera más energía de la necesaria para iniciar el proceso.
El Joint European Torus, por ejemplo, el gran reactor por confinamiento magnético que se encuentra en el Centro de Energía de Fusión Culham en Reino Unido, solo para producir 16 megavatios (MW) de potencia requirió más de 22 MW, lo cual demostró su inviabilidad.
ro/ifs