Aunque no impidió su realización, el enfrentamiento armado iniciado en noviembre de 2020 sí lo marchitó, porque los ecos de los tambores de guerra en el extremo septentrional llegaron a todos los recodos del país.
Generalmente henchidas de gozos, las festividades de 2021 y 2022, abatidas por la beligerancia, transcurrieron bajo estrictas medidas de seguridad y en sus discursos los sacerdotes y otros líderes religiosos exhortaron a restaurar la paz.
En noviembre último, el gobierno federal y el Frente de Liberación Popular de Tigray acordaron cesar las hostilidades y el comienzo de acciones humanitarias y el restablecimiento del orden constitucional en esa jurisdicción, sosiega a decenas de millones de etíopes.
Y es que la nación, golpeada por sempiternos problemas, víctima de la pandemia como el mundo, perjudicada por el conflicto entre Rusia y Ucrania como el resto del este africano, caminaba hacia el abismo de la mano de esa conflagración.
Considerado el principal evento festivo y religioso nacional, el Timkat (bautismo, en amárico) es la celebración de la Epifanía por los cristianos ortodoxos etíopes, aunque no tiene que ver con la del denominado mundo occidental, asociada a los Reyes Magos.
Todos los 19 de enero (20 en años bisiestos), en Etiopía se conmemora el bautismo de Jesús en el río Jordán por San Juan Bautista, tradición inscrita en 2019 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La conmemoración comenzó la víspera con una ceremonia conocida como Ketera, término que significa bloquear el flujo de agua para la bendición de los devotos.
En medio de ritos, numerosos practicantes escoltaron réplicas del Arca de la Alianza, desde iglesias hasta ríos, lagos u otros cuerpos de agua naturales o artificiales, liderados por los sacerdotes.
Arzobispos, obispos, clérigos y fieles en esta capital, Gondar y Lalibela, por mencionar las ciudades donde la celebración es especial, festejaron y festejan sin contención y en condiciones de gran seguridad, a juzgar por reportes e imágenes divulgadas desde esas localidades.
Son los mismos millones de ciudadanos que aplauden el regreso de la paz a Tigray y también a los norteños estados de Afar y Amhara, quienes evocan desde ayer el Ketera-Timkat con canciones, himnos, danzas y lectura de las escrituras.
Ellos, aseguran informes, componen la segunda población más grande de cristianos ortodoxos del mundo, y ahora no piden ayuda para recuperar la paz. Este 2023 oran para que no vuelva la guerra y puedan, de una vez y por toda, emprender el camino de la prosperidad.
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