La calle José Martí en Montevideo inicia desde la intersección con Libertad en el Barrio Pocitos y termina en la Rambla mirando al río de la Plata, un estuario al océano Atlántico que se nutre de los ríos Uruguay y Paraná, vías que unen además a Argentina y Paraguay.
De esas tres repúblicas sudamericanas el más universal de los cubanos se desempeñó como cónsul en la ciudad de Nueva York, en aquel exilio preparatorio de su gesta mayor.
En 1887 el presidente uruguayo lo designó en el cargo para sustituir al amigo de Martí, Enrique Estrázulas, quien le reconocía sus valores en las letras hispanoamericanas, el afán libertador, y dotes de hombre bueno, proverbial integridad y modestia.
Fue Martí un digno representante de Uruguay y de Latinoamérica en la Conferencia Monetaria Interamericana en Washington, realizada de enero a abril de 1891.
En 2008 se publicó aquí el libro “José Martí. Cónsul de la República Oriental del Uruguay”, obra de reconocidos investigadores y compiladores cubanos.
Y es entre libros donde se le encuentra al poeta y escritor de la isla antillana en otra calle montevideana, Tristán Narvaja, la de mayor concentración de librerías populares y escenario cada domingo de una feria que concita a miles de personas.
Allí, en una pared, un mural con la imagen del cubano mira a la multitud y del rostro conocido sobresale el bigote con el verde y la geografía de su entrañable isla.
Son varios bustos martianos en este país. La Plaza Cuba le tiene en Montevideo; también en la Avenida de las Américas (departamento de Canelones) y en la escuela pública que lleva su nombre en el barrio de Malvin, de la capital.
El 17 de octubre del 2008 se inauguró en el departamento de Paysandú, en el oeste uruguayo, la Plaza José Martí con un busto del héroe cubano, obra del escultor uruguayo José Ulises Falcone.
La imagen de Martí se reedita en la sede de la Asociación Latinoamérica de Integración (Aladi), donde se erige entre los bustos de próceres de América Latina; el suyo de la mano del artista de su tierra, Alberto Lescay.
«Si brillan en tu faz tan dulces ojos que el alma enamorada se va en ellos, no los nublen jamás tristes enojos”, reza un verso del poeta.
Y su sensibilidad se contagia en Uruguay en el Hospital de Ojos José Martí, donde una brigada médica de sus compatriotas devuelve la visión en la tierra de José Artigas, con alto reconocimiento social, en particular de los más necesitados.
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