Las gemelas cubanas tenían clara su vocación, que no pudo ser frenada ni por la primera negativa de su madre o por algunos prejuicios del entorno, al no entender cómo a tan corta edad podían tener esa certeza sobre la profesión de sus vidas.
Hoy las muchachas de 28 años de edad ya ostentan 13 de servicio activo y destacan por la profesionalidad y responsabilidad con la cual realizan su labor, con el compromiso de quien sabe que de ellas dependen vidas humanas.
Todo comenzó con la casualidad de vivir al lado del Comando de bomberos del municipio de San Miguel del Padrón, en La Habana.
Desde su balcón, relató Rosmerys a Prensa Latina, su abuelo les explicaba el funcionamiento de la unidad y al tiempo ingresaron en un círculo de interés sobre el tema, en el cual permanecieron desde cuarto hasta noveno grado.
Semejante dedicación y trayectoria rindió frutos, pues con 15 años fueron solicitadas por la Escuela Nacional de Bomberos, donde se formaron en las tres ramas de la profesión que se practican en la nación caribeña: prevención, extinción, y rescate y salvamento.
Aunque en los inicios de sus carreras les apasionaba la extinción de incendios, en la actualidad trabajan en la rama de prevención, como inspectoras en el comando especial 1 que atiende los municipios capitalinos de La Habana Vieja y Centro Habana.
Su labor en parte consiste en evaluar las condiciones de los sitios socioeconómicos ante un posible incendio, analizar el sistema eléctrico, el almacenamiento de sustancias peligrosas, el estado de los extintores, la revisión de los sistemas contra incendios, entre otras funciones.
Las personas, señalaron, no tienen conciencia del peligro, por eso debemos intensificar el trabajo de alerta para evitar mayores desastres.
Desde que dieron a luz a sus hijas, las hermanas perciben los riesgos de la profesión de forma diferente, sin embargo, afirman que ser bomberas es su vida.
“Nosotras tenemos el privilegio de poder decir que amamos lo que hacemos, una busca el trabajo por necesidad u otros intereses, pero lo hacemos porque queremos”, subrayó Rosabel.
“Yo veo un camión de bomberos o escucho la sirena y siento escalofríos, eso está en mis venas”, apuntó, por su parte, Rosmerys.
Explicaron que este suele ser considerado un trabajo de hombres, o así es como tradicionalmente la sociedad lo percibe, pero -consideraron- cualquier mujer puede hacerlo.
Estás rodeada todo el día de hombres, sí; que te pongan un equipo de respiración pesado, eso no te limita; usar un calzado incómodo, hacer fuerza, no son impedimentos si te apasiona la carrera, comentaron.
Consideraron que sería beneficioso que los medios y otros espacios dieran una mayor divulgación a las vías para ingresar a las filas de los bomberos, así como incentivar la creación de proyectos comunitarios para atraer a más mujeres.
DEL FUEGO Y OTRAS HISTORIAS
Según datos históricos, los primeros bomberos en Cuba surgieron el 13 de noviembre de 1696, cuando los vecinos de la ciudad de Santa Clara, en el centro de la isla, organizaron ese servicio sufragado por ellos mismos.
En los anales de esa profesión en el territorio nacional existen momentos destacados de la labor de esos hombres, como el 17 de mayo de 1890, cuando se produjo un incendio en la ferretería Isasy, en la capital.
Este fue catalogado como la mayor catástrofe de la época, pues costó la vida de 17 bomberos del Comercio, ocho municipales y uno de la Armada, entre otras víctimas.
En 2022, los bomberos cubanos demostraron su valentía tras la explosión de gas y posterior derrumbe del capitalino Hotel Saratoga, y en el enfrentamiento al incendio de grandes proporciones provocado por un rayo en la base de supertanqueros de la ciudad de Matanzas (occidente).
Dicho suceso es considerado el mayor accidente de su tipo en el país y cobró la vida de 16 personas, la mayoría bomberos.
Sobre estos sucesos, Rosmerys y Rosabel lamentan no haber tenido la oportunidad de participar y apoyar a los compañeros lesionados, y todavía sienten la pérdida de uno de sus jefes de Compañía.
“Si bien el bombero está preparado física y mentalmente para enfrentar situaciones de desastres, a veces llega una emergencia en particular que te impacta y se queda contigo”, señaló Rosabel.
Destacaron el compromiso de sus compañeros con las personas que resultan lesionadas en accidentes, en especial los niños, a los que visitan en los hospitales e interactúan con ellos.
Para ellas, los bomberos deben caracterizarse por ser humanos, compañeros, disciplinados, solidarios; “vamos con la mentalidad de que si tú te caes, nos levantamos juntos”.
arb/mks