Los expertos presentes en la 55 Conferencia de Ministros Africanos de Finanzas, Planificación y Desarrollo Económico (CoM2023) fueron actualizados con el pronóstico para este año por un informe general de los desarrollos del sector y la sociedad recientes, elaborado por la Comisión Económica para África (ECA).
El director de la División de Macroeconomía y Gobernanza de la ECA, Adam Elhiraika, centró el complejo panorama económico y financiero en la confluencia de la pandemia de la Covid-19, el aumento de los precios impulsado por el conflicto entre Rusia y Ucrania y patrones climáticos extremos que ralentizaron la economía global.
Como resultado, agregó, el continente africano contiene actualmente la mayor parte de los pobres del mundo, con 149 millones de personas que antes no eran pobres y ahora enfrentan el riesgo de caer en la pobreza.
Elhiraika precisó que el panorama mundial es diferente ahora y que el pasado año la región experimentó la expansión más rápida entre los países del mundo en desarrollo después del este y el sur de Asia, debido a las mejoras en las subregiones de África Oriental, Septentrional y Occidental.
Teniendo en cuenta ese análisis, el experto vaticinó que los países de África Oriental seguirán mostrando mejoras impulsados por el repunte de la actividad industrial y de servicios, mayor gasto estatal, crecimiento del comercio y recuperación del sector turístico.
De igual modo, influirán los vínculos regionales más estrechos a través de la Comunidad de África Oriental y mayores inversiones en infraestructura, en particular, en Ruanda y Uganda, agregó.
Advirtió que los “gobiernos necesitan una coordinación efectiva entre la política monetaria y la fiscal; esto es fundamental para reducir la inflación y proteger a los hogares más vulnerables”.
Sobre este último tema, precisó que, para avanzar en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, los Gobiernos deben mejorar los fundamentos macroeconómicos y profundizar la transformación estructural.
“El cambio debe ir más allá del nivel nacional. Una reforma de la arquitectura financiera mundial es clave para acceder a la tan necesaria financiación asequible a largo plazo con mejores condiciones crediticias por parte de los bancos multilaterales de desarrollo”, concluyó.
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