Por Zeus Naya
Corresponsal jefe en Guatemala
Sin embargo, las calles, la gente honesta y valiente, las nuevas generaciones, su entusiasmo, el sentido común, el hartazgo con la clase política corrupta, la esperanza en un cambio, el sueño por un país mejor, indicaban otro resultado.
¿Semilla para que florezca Guatemala? (II) (+Foto)
¿Semilla para que florezca Guatemala? (III, final) (+Foto)
El partido surgido luego de las movilizaciones del 2015, de apenas cinco años de constituido, el domingo 25 de junio pasado devino sorpresa entre comillas, pues eran cientos de miles quienes ya no querían votar por los mismos de siempre.
La agrupación realizó su campaña con un equipo pequeño, sin vallas, pancartas, centrado en las redes sociales Tik Tok y Twitter. Su presidenciable Bernardo Arévalo, junto a varios candidatos a diputados, visitaron las regiones más alejadas de la nación.
Mientras sus oponentes gastaron millones de quetzales en estas giras, ellos se concentraron en interactuar con la gente, entender lo que sentían.
Así arrasaron en el departamento capital, en Sacatepéquez, Quetzaltenango y Chimaltenango. También sobresalieron en 12 ciudades, entre ellas, Cobán, Alta Verapaz, El Progreso, Sololá, Totonicapán, Huehuetenango y Retalhuleu.
Después, círculos de poder intentaron secuestrar la democracia, la voluntad popular expresada en las urnas, y la fuerza política, calificada de progresista, en el centro de la mira.
Las élites vinculadas con el crimen organizado, conocido como el “pacto de corruptos”, la mano peluda, no acepta el súbito salto de guion, lo diferente, la alternativa convertida en realidad.
Pero cómo surgió este partido, quiénes integraron sus bases, cuáles fueron los pasos iniciales, fue fácil ese trayecto, cómo llegaron a los sufragios de 2019…
Para profundizar en estos temas la agencia Prensa Latina intercambió en exclusiva con el dirigente nacional de Semilla, diputado de apenas 38 años Román Castellanos, politólogo graduado de la Universidad San Carlos de Guatemala.
El igualmente investigador y docente, nacido en el central municipio de Cobán, cabecera del departamento de Alta Verapaz, quien habla el idioma Q’eqchi, respondió en abierto castellano las siguientes preguntas:
-¿Cómo nace el movimiento?
-Nace como un grupo de análisis de la realidad del país. En el 2014 algunos académicos, intelectuales se reúnen a partir de una situación que se venía arrastrando de aumento de la desigualdad, pobreza, inseguridad, y una serie de conflictos sociales derivados de muchos problemas.
También que todos los objetivos o desafíos con los que entramos a la transición democrática, no se cumplían en buena medida, como tampoco los Acuerdos de Paz. Cada vez la nación estaba sumida en la corrupción, en la desigualdad económica sobre todo, en la migración que se profundizaba más.
Entonces el grupo quería reflexionar sobre los problemas del país y emitir algunas recomendaciones, opiniones e investigaciones.
Pero el 2015 es como el punto medular, parte de la historia de este territorio centroamericano, cuando traen un ente, que nace como producto de la sociedad postguerra, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), cuyo origen es desmantelar grupos clandestinos de seguridad implantados en el Estado.
-¿Cuáles son estos grupos?
-Son estructuras en su mayoría militares que se volvieron grupos implantados dentro del Estado, que no permitían muchos avances. Pero todo el trabajo de la Cicig los lleva a desmantelar estructuras de corrupción, porque al final todo se vincula. Para mantener ciertas estructuras de poder, necesariamente se tenía que corromper todo.
Luego la Cicig se convierte en un ente anticorrupción. Empieza a investigar estructuras que llegan hasta la presidencia. En el país se sabía que había corrupción en el Estado, en las alcaldías, y el Congreso aprobaba leyes que conducían a esta situación.
Entonces cuando la Cicig investiga y se ve que la cúpula del Estado, incluso la Superintendencia de Recaudación Tributaria, estaba también metida en corrupción, la gente salió a las calles a reclamar la renuncia de altos funcionarios. Igualmente, a respaldar las acciones, tanto del Ministerio Público como de la Cicig en ese momento.
-¿Cómo se dan las movilizaciones de 2015?
-Las integran diferentes sectores: estudiantes, trabajadores, pequeños y medianos empresarios, campesinos, indígenas, porque se ve que el problema vertebral de la nación es que los altos funcionarios, en lugar de trabajar por el bien común, preocuparse por los problemas de servicios públicos, están por apropiarse de los recursos.
Hay todo un rechazo a este régimen político que ha diseñado una estructura de poder que gira alrededor de dos cosas: la corrupción y la impunidad, en este caso la elección de jueces para que los protejan.
-¿Qué papel jugó la naciente Semilla entonces?
-El grupo de análisis también sale a manifestarse a las calles con pancartas, como todos los estudiantes, sindicatos, trabajadores, campesinos y luego se unen hasta los grandes empresarios. Se llenan las principales plazas del país.
Ahí nos convertimos en movimiento Semilla. Algunos intelectuales reconocidos por nosotros empezaron a sumar, entre ellos, a estudiantes y profesores de ciencias políticas, sociales, de la universidad pública y la jesuita.
-¿Qué vino después de esta etapa?
-Empieza la discusión de qué hacer con Semilla, que ya no era un grupo sino un movimiento. Hay tres discusiones, si nos convertimos en un tanque de pensamiento, una organización no gubernamental (ONG), en un movimiento social o un partido político. Esa fue una discusión fuerte.
En Guatemala después de la firma de los Acuerdos de Paz, las fuerzas progresistas, democráticas, de centro-izquierda, de izquierda, abandonaron la lucha política.
A mi juicio, esto fue porque hubo muchas ONG en la vida pública. Sus temas se centraron en la cooperación para el desarrollo, la participación ciudadana y los actores se volcaron a hacer ese trabajo básicamente.
De pronto era un buen espacio, tranquilo, para hacer algo por la comunidad. Eso era insostenible y nunca de largo plazo. Se volvían actores de una agenda de cooperación internacional, lo cual llevó a un abandono de la lucha política. Entonces el Estado estaba siendo capturado por criminales.
-¿Creyeron que el movimiento era el camino para empezar a disputar el poder?
-Íbamos en una corriente por el partido y terminamos convenciendo que era el camino. Semilla se convirtió en una fuerza política. En nuestra primera actividad del grupo promotor necesitábamos la presencia de 450 personas para la fundación. Esto los partidos tradicionales lo logran fácil, traen a personas sin saber a qué vienen, les pagan un día, les dan comida, los juntan y hacen un acta.
En nuestro caso no podíamos, no teníamos dinero y tampoco es parte de nuestra convicción. Entonces convocamos por las redes sociales, a través de nuestros amigos, conocidos, movilizamos a los más cercanos de la sociedad civil.
-¿Ya eran conocidos dentro de algunos sectores?
-Semilla se volvió un referente de las calles y las plazas. Ingresaron varios líderes estudiantiles. Entonces muchos llegaron el día del grupo promotor. Necesitábamos 450 personas y alcanzamos 600-700, llenamos el parque de la Industria en esta capital y elaboramos el Acta.
Las personas tenían que ser mayores de edad y estar inscritos en el registro de ciudadanos. Fuimos depurando y logramos la cifra requerida. Pero llegó más gente y a partir de ahí arranca la construcción de Semilla como partido político.
El otro paso fue la presentación ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE), que autoriza después de revisar la documentación, la conformación de un Comité Nacional para la constitución. El secretario general fue Samuel Pérez, quien tenía 24 años de edad.
-¿Cómo formaron el Comité Nacional?
-Eso es importante. Se forma como una comisión de postulación. A mí me proponen como cinco personas. Yo en ese entonces, como muchos jóvenes, estaba buscando irme del país. Quería salir a estudiar una Maestría o un Doctorado, estaba ahorrando para eso.
Muchos jóvenes en Guatemala se van huyendo por hambre, por inseguridad, desempleo, buscando oportunidades. Muy pocos buscan opciones educativas, una beca, por ejemplo. Después acepto cuando vi que eran cinco insistiendo. Ingreso al Comité como secretario de formación política.
Éramos muy jóvenes, la mayoría de 20 a 30 años y un par como de 50 años promedio.
-¿Qué pasos siguieron para la concreción del partido?
-El primer evento fue a finales de 2016 y en marzo de 2017 nos autorizaron el Comité para formar el partido. El proceso duró dos años, 2017-2018.
Recorrimos el país. Necesitábamos cerca de 23 mil firmas de ciudadanos mayores de edad, empadronados para votar. Teníamos además que organizar por lo menos 12 departamentos de los 24 nacionales y 60 municipios de los 338 en Comité del movimiento Semilla.
-¿Les resultó fácil el camino?
– No. Tuvimos muchos obstáculos. Nos depuraban el 80 por ciento de las firmas que ingresábamos. Presentábamos 100 firmas al TSE y solo nos aceptaban 20, porque nos decían esta no se parece a la del registro nacional de las personas. Ellos contrastaban para que no fueran falsas.
Estábamos a contratiempo por la cercanía de las elecciones de 2019. Creíamos que teníamos que trabajar sí o sí del 2017 al 2018. Al final intensificamos las acciones, cambiamos las estrategias y logramos las firmas.
En septiembre de 2018 alcanzamos las fechas. Luego efectuamos a finales de 2018 las Asambleas de Constitución.
(Continúa)
arb/znc