Quienes andan descalzos, a pie, reconocen la labor y ese amor de los profesionales de bata blanca de la brigada de la isla en esta nación, expresó el doctor del municipio Asunción Mita, del nororiental departamento de Jutiapa.
Hablo a nombre de los sin voz, de esa gente que los médicos cubanos le dan la mano y le dicen adelante, la vida continúa, agregó el joven, quien fundara la ELAM y formara parte de su primera promoción en 2005.
Lo que ocurrió en este país en 1998 como consecuencia del huracán Mitch destroza a cualquier ser humano, pero fue increíble saber cómo muchos en la mayor de las Antillas se preocuparon por los guatemaltecos, reflexionó.
Consideró interesante el mensaje que dio por entonces el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, al convertir una escuela de Marina de Guerra en una “para formar médicos de ciencia y conciencia”, remarcó.
Estudié en La Habana gracias al Comandante en Jefe, a ese proyecto maravilloso, subrayó González, en ocasión de conmemorarse el 25 aniversario de la llegada a la tierra del quetzal de los primeros especialistas de la salud antillanos.
Aseveró que la solidaridad de Cuba es increíble, no tiene fronteras, religiones y ese es el mensaje que sus médicos llevan a los más apartados rincones de Guatemala.
Hay muchos egresados de la ELAM a nivel nacional, regresamos y estamos haciendo lo que Fidel nos indicó, ese trabajo que tanto se merece nuestra gente humilde, describió.
Contó que en La Habana se convirtió en un cubano y un asere más, “aprendimos de todo, pero principalmente a ser solidarios, a estar y hablar con los más necesitados”, afirmó el doctor, ya casado y padre de tres hijos.
Vivo –detalló- a 146 kilómetros de la ciudad capital, pero hay compañeros de estudio a 500, algunos en el triángulo ixil (constituido por tres municipalidades: Santa María Nebaj, San Juan Cotzal y San Gaspar Chajul, en el norteño El Quiché).
Mencionó graduados guatemaltecos de la ELAM que sirven a sus coterráneos todos los días, entre ellos a un colega de Asunción Mita, Juan de la Barrera, que arreglaba radios.
Su padre era un carpintero, cuando sobrevino la posibilidad de viajar a La Habana, estudiar, graduarse en Cuba, y resulta que es el director de la unidad de cirugía del municipio Cuilapa, Santa Rosa, destacó.
Se trata de “un gran ejemplo, pero él había decidido que tenía que seguir con los radios”, porque el acceso para matricular en este país en una universidad pública es complejo, señaló.
A la brigada médica se le quiere y se le aprecia, “no se imaginan cuánta gente en Guatemala habla de Cuba y le agradece por tanto”, concluyó el doctor González.
lam/znc