Las referidas plantas fueron el alimento favorito de los enormes animales prehistóricos durante la Era Mesozoica, hace 252 millones de años, y actualmente sólo unas pocas especies parecidas a palmeras sobreviven en hábitats tropicales y subtropicales.
La mayoría de las cícadas se extinguieron y la desaparición de sus hábitats empezó a finales del Mesozoico y continuó a principios del Cenozoico, interrumpida por el cataclismo del impacto de un asteroide y la actividad volcánica hace 66 millones de años.
Sin embargo, a diferencia de los dinosaurios, algunos grupos de estas plantas sobrevivieron hasta nuestros días.
El nuevo estudio concluyó que las especies que sobrevivieron dependían de bacterias simbióticas en sus raíces, las cuales les proporcionan nitrógeno para crecer.
Al igual que las leguminosas modernas y otros vegetales que aprovechan la fijación de ese elemento químico, éstas intercambiaban sus azúcares con las bacterias de sus raíces a cambio de nitrógeno extraído de la atmósfera.
La mayoría de las cícadas antiguas que revelaron no ser fijadoras de nitrógeno resultaron ser las extintas.
En las pocas muestras fósiles de linajes de cícadas de 20 a 30 millones de años atrás se observa la misma firma de nitrógeno que hoy en día pero en los fósiles de las extinguidas dicho elemento quimico estaba ausente.
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