El órgano oficial del Partido del Trabajo de Corea recordó que hace poco un vicecanciller japonés repitió que para el gobierno de ese país era “inaceptable” pedir disculpas e indemnizar a las víctimas de aquel crimen, y que, antes, otros funcionarios hasta habían negado que el hecho ocurriera.
No se puede borrar la historia por más que se le niegue, ni librarse de las indemnizaciones por más que se intente eludirlas, señaló el periódico, pues se trata de un grave delito contra la especie humana.
Jamás podrán encubrirse los crímenes de los imperialistas japoneses –sentenció-. Esta es una exigencia de la historia y un reclamo unánime de la comunidad internacional.
Durante el período colonial y bélico en que Japón ocupó Asia y las islas del Pacífico (1930-1945), el número de las llamadas “mujeres de consuelo” se calcula entre 50 mil y 200 mil. El ochenta por ciento eran coreanas y el resto chinas, filipinas e indonesias.
Secuestro de niñas, violaciones masivas, abortos forzosos, humillaciones y todo tipo de violencia sexual ejercida sobre estas mujeres produjeron mutilaciones, muertes y suicidios.
La esclavitud sexual por parte del ejército japonés se convirtió en uno de los casos más emblemáticos de trata de personas con fines de explotación sexual durante el siglo XX.
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