La propaganda terrorista difundió que tomaron el control de esa zona y medios de comunicación occidentales se hicieron eco del engaño, sin embargo la realidad es una: las fuerzas del TPLF (siglas en inglés) fueron aplastadas, aseguró una comunicación oficial.
Situada sobre los dos mil 470 y dos mil 550 metros sobre el nivel del mar, en el centro norte del país, la localidad ocupa espacio en la carretera que une la principal ciudad etíope con Asmara, capital de Eritrea.
Hordas del Frente que avanzaron durante la noche desde Kutaber, Boru Sellassie y Haiq no lograron su objetivo. La ciudad y sus alrededores permanecen en manos de las fuerzas de seguridad etíopes, añade la notificación del servicio de comunicaciones gubernamental.
Los invasores no conquistaron el territorio, nunca tuvieron control de organismos estatales y muchos huyeron, reitera el texto, que también instó al TPLF a detener su criminalidad y a no difundir informes para atemorizar al pueblo y crear inestabilidad social.
No obstante, señala, “grupos de jóvenes e integrantes de las milicias trabajan para defender a las familias de los robos, saqueos y amenazas de integrantes de la camarilla terrorista que se hacen pasar por refugiados o visten uniformes militares falsos”.
Después del triunfo, las fuerzas conjuntas intensificaron el contraataque con el propósito de eliminar los restos del grupo en el área, garantizar estabilidad y asegurar la supervivencia de Etiopía, indica.
El 4 de noviembre pasado, el primer ministro, Abiy Ahmed, ordenó una ofensiva en Tigray contra el Frente, acusado de violar derechos humanos, transgredir leyes y promover violencia étnica, entre otros muchos delitos, y declarado organización terrorista por el Parlamento.
Casi un año después, las hostilidades continúan y abarcan también los estados regionales de Afar y Amhara, donde el TPLF convirtió en objetivos recurrentes centros de educación y salud, campamentos para desplazados e instituciones públicas, de acuerdo con denuncias oficiales.
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