Este martes, en conferencia de prensa, el ministro de Justicia, Gedewon Temotiwos, anunció que el gobierno decidió establecer el estado de excepción para proteger al pueblo de la criminalidad del Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF).
Luego del anuncio y hasta cerca de finalizar el día, no trascendió ningún reporte periodístico de confrontaciones violentas en los territorios de la nación donde las Fuerzas de Defensa Nacional no sostienen enfrentamientos armados contra el Frente.
A propósito de la medida, adoptada tras una reunión extraordinaria del Consejo de Ministros, cualquier persona sospechosa de tener una gran relación con el grupo puede ser detenida sin orden de arresto.
También, entre otras muchas acciones, las fuerzas de seguridad podrán realizar redadas al azar y confiscar armas no registradas, en tanto cualquier publicación será prohibida si sus textos muestran algún apoyo moral a la organización.
Para algunos observadores, la alianza del TPLF con el Frente de Liberación Oromo, considerada una radical e influyente organización opositora, conminó al gobierno a implantar la emergencia, que podrá aprobarse próximamente en la Cámara de Representantes del Pueblo (Parlamento). Otros, sin embargo, califican de principales factores la escalada de las hostilidades desde octubre último y una declaración del portavoz del TPLF, Getachew Reda, quien aseguró que el grupo capturó Kombolcha y Dessie, ciudades estratégicas del estado regional de Amhara.
Las autoridades federales reconocieron el intento de invadir Dessie, pero aseguraron que la localidad y sus alrededores permanecen en manos de la seguridad etíope.
No tuvieron control de instituciones públicas y muchos de los que intentaron invadir la ciudad, huyeron, afirmó un comunicado oficial.
Desde el 4 de noviembre de 2020 el gobierno sostiene un enfrentamiento contra el Frente, organización acusada de infringir las leyes y violar los derechos humanos, entre otros delitos, y declarada terrorista por el Parlamento.
La guerra estalló cuando el TPLF atacó el Comando Norte de las Fuerzas de Defensa Nacional y, en respuesta, el Primer Ministro Abiy Ahmed ordenó desplegar tropas en Tigray para restablecer el orden constitucional.
En menos de 30 días el ejército tomó el control de Mekele, capital de la región, pero líderes y miembros del grupo huyeron e iniciaron un proceso de reorganización en zonas contiguas.
El Frente aprovechó un armisticio decretado en junio último por las autoridades federales para volver al territorio y, además, extender su beligerancia a las regiones de Afar y Amhara.
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