En declaraciones a Prensa Latina, la activista Ana Prada explicó que este es un proceso que se viene gestando desde 2017 y actualmente articula a mil 26 firmantes agrupados en 30 formas asociativas en nueve departamentos: Antioquia, Meta, Tolima, Valle del Cauca, Cesar, Putumayo, Huila, Cundinamarca y Cauca.
Son personas que le apostaron a la construcción de paz por medio del desarrollo de la producción, trasformación y comercialización de café, enfatizó Prada.
Destacó que, a finales de septiembre pasado, la Mesa se consolidó como una organización de segundo nivel que articula formalmente a estas formas asociativas y a sus integrantes.
En general, es un proceso nuevo, pero la edición especial de café premiun Trópicos: «Frutos de la Esperanza», por el quinto aniversario del Acuerdo de Paz, ya dice mucho de cuánto puede aportar la Mesa para los reincorporados y el país.
Los amantes de esta bebida pueden disfrutar de un blend de altísima calidad compuesto por café de varias regiones, producidos por exguerrilleros, subrayó.
Sin embargo, aún existen las tradicionales dificultades de logística, infraestructura, acceso a la maquinaria necesaria para avanzar más en la transformación del café de manera autogestionada y la comercialización, uno de los eslabones para continuar el fortalecimiento, explicó.
CAFÉ ENTRE EXGUERRILLEROS Y LA COMUNIDAD
El excombatiente Dardo González detalló que en la cooperativa Asociación Agropecuaria y Agroindustrial Construyendo paz (Acopaz), conformada por personas en proceso de reincorporación y víctimas del conflicto armado del municipio de Dolores, en el departamento de Tolima, producen el café Galilea.
Dijo a Prensa Latina que en Acopaz, de manera conjunta desarrollan, además, otros proyectos alternativos como son la cría de gallinas ponedoras, pollos de engorde y confecciones que manejan mujeres de la población víctima de la guerra.
Galilea es producido por manos de excombatientes que llegaron a los sitios de donde eran oriundos y se agruparon para reincorporase a la vida civil, precisó.
“Allí apostamos a la producción del café porque antes de pertenecer a las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, era lo que hacíamos”, explicó.
Gracias a los apoyos de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, del Consejo Nacional de Reincorporación, Naciones Unidas y su Programa para el Desarrollo (PNUD), que ha sido un aliado importante, hemos podido sacar este café adelante, resaltó.
“Nuestro café Galilea empieza a pegar bien y ya hemos logrado participar en ferias en Cali, Ibagué y en Bogotá”, manifestó optimista.
PARA LA TRANSFORMACIÓN DEL PAÍS
Por su parte, Jairo Bernal explicó que en la cooperativa donde trabaja, dirigida por mujeres, producen el café Acirema de gran selección, de la variedad castillo de alta calidad, que se logra a una altura de mil 500 metros.
Con estas producciones, en las que participan la comunidad, las víctimas y exguerrilleros, queremos dar un mensaje al país y al mundo que podemos dejar atrás esos años de la guerra, expresó en la feria realizada en esta capital, en el contexto de la celebración del quinto aniversario de la firma del Acuerdo de Paz.
“La Mesa Nacional de Café nos da la oportunidad de llevar más allá nuestra producción, donde hay varias marcas, para que Colombia y el mundo entero vea lo que está produciendo la paz”, remarcó.
Para Antonio Pardo, representante de la Mesa, los excombatientes que la integran creen firmemente que, a través de la caficultura, pueden crear condiciones de transformación del país, el entorno y el mejoramiento de sus condiciones de vida.
De esta forma, hombres y mujeres cambiaron sus armas en Colombia por la siembra, cultivo, cosecha y producción de un grano con aroma de paz
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