Se calcula que diariamente se tiran 3 mil 400 millones de mascarillas quirúrgicas en todo el mundo, con el agravante de que están fabricadas en un 90 por ciento por polipropileno, un material procedente del petróleo que tarda unos 400 años en degradarse.
Según explicó Olivier Civil, cofundador de la empresa situada en una localidad de cuatro mil habitantes, “contamos con la tecnología para reciclarlas” transformándolas en plástico con el que “podemos hacer casi todo”, y por el momento el resultado son kits escolares de geometría (reglas, escuadras y transportadores de ángulos) así como soportes para celulares.
Este proyecto cuenta con el respaldo de los más jóvenes, que llegan incluso a recoger máscaras usadas, y evita “que acaben en la naturaleza, haciendo objetos con ellos en lugar de comprar cosas nuevas de plástico”, según relató alguno de los estudiantes.
Plaxtil fue autorizada por la Agencia Regional de Salud y realiza con las mascarillas un proceso de descontaminación natural de diez días, antes de que sus operarios las manipulen y transformen.
Hasta el momento la empresa consiguió establecer medio centenar de puntos de recogida en otros tantos municipios, sin embargo sus intentos para que el gobierno francés tome en cuenta el proyecto y pueda extenderse a nivel nacional aún no dio sus frutos.
En 2020, las máscaras representaron 40 mil toneladas de residuos no reciclados en Francia, y aunque existen algunas empresas importante en el sector, Plaxtil es la pionera en transformar este tipo de desechos aunque a nivel local.
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