El 10 de marzo de 2019 partió una aeronave de ese modelo del Aeropuerto Internacional de Bole, en esta capital, con destino a Nairobi, Kenya, con 149 pasajeros y ocho tripulantes, pero luego del despegue tuvo una velocidad vertical inestable.
Tras pocos minutos de vuelo, el Boeing entregado a Ethiopian Airlines en noviembre de 2018 cayó en Bishoftu, 62 kilómetros al sudeste de la capital etíope, y el fuselaje se descompuso en muchas piezas, algunas de las cuales se quemaron.
El accidente sucedió vísperas del inicio de la IV Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, con sede en Nairobi, y a bordo del avión había ciudadanos de 35 nacionalidades, algunos trabajadores precisamente de entidades de ese organismo internacional.
Fue el segundo siniestro fatal de una aeronave del fabricante estadounidense en menos de seis meses, luego del sufrido por uno perteneciente a Lion Air en octubre de 2018, y provocó la parada mundial de todos esos tipos de aparatos.
La Autoridad decidió otorgar luz verde para el vuelo en el espacio aéreo de Etiopía, luego de comprobar minuciosamente la efectividad de las correcciones y los arreglos de seguridad realizados a los Boeing 737 Max.
Ethiopian Airlines, compañía de este estado africano que en marzo último revitalizó el programa de cargueros Boeing 777-8F, cuenta con una flota comercial combinada de más de 80 Boeing, incluidos los 737, según informes oficiales.
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