La ceremonia central tuvo lugar en la ciudad de Ginowan, de la prefectura japonesa y contó con la presencia del primer ministro, Fumio Kishida, junto a otros altos funcionarios nipones.
El emperador Naruhito y la emperatriz Masako comparecieron de manera virtual.
Durante el acto conmemorativo, el gobernador de Okinawa, Denny Tamaki, expresó que transcurridas cinco décadas los habitantes de ese territorio siguen obligados a soportar la excesiva presencia de bases militares estadounidenses.
Así mismo, mencionó delitos graves y accidentes fatales que involucran a las tropas de Estados Unidos.
“Esperamos que el gobierno haga esfuerzos sinceros para crear un Okinawa pacífico y próspero, donde todos los residentes puedan sentirse realmente felices”, expresó.
Al respecto, Kishida aseguró que su gabinete trabajaría para aliviar de manera constante y visible la carga de las bases militares, mediante el diálogo entre Tokio y Washington.
Recalcó también que desbloquearían al máximo el potencial de Okinawa en aras de mejorar su frágil economía.
La región al sur de Japón posee los peores indicadores nacionales en cuanto a ingresos promedio per cápita, pobreza infantil y desempleo.
Después de 1945, Okinawa permaneció bajo control estadounidense durante 27 años. Aunque Washington devolvió el territorio tras la firma del Acuerdo de Reversión de 1972, mantuvo en la zona el 70 por ciento de las bases establecidas en la nación asiática.
La víspera, alrededor de un millar de okinawenses marcharon por la paz y contra la presencia militar del país norteamericano.
Los manifestantes recorrieron casi nueve kilómetros por las zonas donde se concentran las principales instalaciones del ejército, una práctica que llevan a cabo desde 1978.
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