La incursión aérea, en la que participaron 16 aeronaves de combate surcoreanas y cuatro cazas estadounidenses, se ejecutó un día después del lanzamiento de misiles por las fuerzas militares combinadas desde el sur de la Península Coreana.
El Estado Mayor Conjunto utilizó nuevamente como excusa el programa nuclear de Pyongyang y la supuesta amenaza creciente que representa este para Surcorea y la región.
Sin embargo, se especula que dada la trayectoria de los aviones de combate sobre el Mar Amarillo, que está situado entre la China continental y la Península de Corea, la nueva demostración de poderío aéreo pudo también estar dirigida a enviar un mensaje a Beijing.
Coincidentemente, este martes, el gobierno surcoreano anunció su equipo negociador para consultas con los países que integran el marco económico del Indopacífico (IPEF, según sus siglas en inglés), iniciativa impulsada por Washington con el objetivo de perjudicar intereses económicos y políticos de China en la zona.
En un comunicado, citado por la prensa local, el Ministerio de Comercio, Industria y Energía surcoreano aseguró que el grupo gubernamental apoyará las intenciones de Seúl de convertirse en líder en el establecimiento de “nuevas normas internacionales”.
Surcorea retornó a una política exterior totalmente dependiente a la trazada por Estados Unidos con la llegada a la presidencia de Yoon Suk-yeol, quien desde su primer discurso confirmó su apoyo incondicional a los objetivos de Washinton en la región.
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