José R. Oro
Colaborador de Prensa Latina
Cuando Bolsonaro asumió como presidente, dijo que desconstruiría lo hecho hasta ahora, y así fue, pues desmanteló la nación. Dejará un legado de tierra arrasada para quienes lo sucederán en 2023.
No habrá un solo segmento de la vida brasileña que el ex – capitancito deje sano.
La Salud Publica quedará con un legado de (hasta ahora) 670 mil muertos por COVID, segundo lugar mundial en ese triste indicador, sin contar los millones de pacientes que siguen con alguna afectación o en fisioterapia porque la vacuna tardó mucho en ser comprada por él y mucha gente estaba grave en hospitales sin necesidad.
Hay casi 900 mil personas que siguen siendo consideradas “activas” con el COVID. Como decimos en Cuba, “Bolsonaro se llevó en claro a Trump” en oscurantismo e irresponsabilidad.
Madereros, mineros, intrusos en pueblos indígenas y destructores de la Amazonía intensificaron brutalmente la deforestación. En octubre del 2021 se derribó un total de 877 kilómetros cuadrados de la selva amazónica, lo que representa un aumento del cinco por ciento con relación a octubre del 2020, cuando se talaron 836 kilómetros cuadrados m de bosques. Antes de Bolsonaro, el promedio no superaba los 500 kilómetros cuadrados.
En general está desarrollando aún una política económica que destruirá el futuro de los cerca de 220 millones de brasileños, especialmente de los más pobres.
Es importante expresar en qué contexto todo ello ha ocurrido y porque ahora debe y puede cambiar.
Primero que todo, Brasil es diferente.
Brasil tuvo su primer contacto con los europeos en el año 1500 d. C. a través de una expedición portuguesa liderada por Pedro Álvarez Cabral.
Tras el Tratado de Tordesillas, cuando los muy católicos Isabel y Fernando, reyes del entonces condominio castellano – aragonés que después conoceríamos como España, se dividieron el “Nuevo Mundo” con Juan II de Portugal, con el visto bueno del Papa Alejandro VI (nada más y nada menos que el vil Rodrigo Borgia), el territorio brasileño fue la “parcela” del continente americano que correspondió al reino de Portugal.
Por supuesto, nadie le preguntó a los oriundos de esos lugares si estaban de acuerdo con tal Tratado.
Así, Brasil pasó de ser la principal colonia del reino de Portugal, que más tarde sobrepasó a su metrópoli en todos los aspectos, y sería un imperio en sí mismo, por voluntad de Dom Pedro, un príncipe de la casa de Braganza que decidió ‘ficarse” y humildemente proclamarse emperador, para finalmente convertirse, casi siete décadas después, en una república. La fecha de la independencia se celebra el 7 de septiembre de 1822.
La primera capital fue Salvador de Bahía, sustituida por Río de Janeiro hasta que se levantó una nueva capital, proyectada, planeada y construida por obra y gracia de Lúcio Costa, Oscar Niemeyer y Juscelino Kubitschek, así como muchas otras mentes brillantes; la maravillosa y monumental Brasilia.
Como se observa, la historia y el camino a la independencia de Brasil es muy diferente al del resto de América Latina. Nada de batallas de la envergadura de Carabobo, Boyacá, Pichincha o Ayacucho. Nada de ejércitos independentistas cruzando los Andes desde Cuyo o a través del Páramo de Pisba. Nada de un holocausto como la Reconcentración de Weyler en Cuba.
Estas diferencias históricas y muchas otras incluyendo distintas manifestaciones de la lucha de clases hacen que la sociedad brasileña se diferencie de muchas maneras del resto de la Patria Grande.
Pero hay muchas cosas en común entre Brasil y el resto de América Latina, sin duda alguna, entre las principales la desigualdad, el racismo, la existencia de una potente oligarquía, la subordinación neo– colonial a los Estados Unidos.
Las características regionales, razas, desigualdad social y su papel en las elecciones de octubre de 2022.
Queda claro en las encuestas que la Coalición “Vamos juntos por Brasil” encabezada por Lula da Silva tiene una ventaja apreciable, que se ha visto ligeramente disminuida en las últimas semanas. Más allá de los sondeos de opinión es necesario discutir cuáles son los elementos de fondo que configuran la intención del voto en la sociedad brasileña del 2022.
Brasil es un país inmenso y diverso. Presenta regiones densamente pobladas y otras casi inhabitadas, regiones de alto desarrollo industrial y tecnológico, y regiones muy atrasadas. En áreas de Brasil existen diferentes proporciones de población de origen europeo, africano, asiático o de nativos americanos. La distribución de la riqueza en las regiones del gigante sudamericanos es muy diferente, como lo es el nivel de desigualdad y pobreza. Todo ello juega un papel de superlativa importancia en el voto popular en las cruciales elecciones del otoño (boreal) de este año. Como dijera el gran Karl Marx “el hombre piensa como vive”, concepto genial en su sagacidad y candidez, que no ha cambiado gran cosa a lo largo del tiempo.
Las regiones de Brasil, y su importancia política, económica y social.
Región Centro-Oeste, formada por los estados de Goiás, Mato Grosso y Mato Grosso del Sur, además del Distrito Federal. Posee un territorio de un millóm 604 mil 852 kilómetros cuadrados (18,9% del territorio nacional) y una población de alrededor de 13.5 millones de habitantes, con un PIB de US$ 274,3 mil millones (2018; 8,3 por ciento, cuarto lugar en Brasil, pero segundo en per cápita). Estados: Goiás, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Distrito Federal . Ciudades más populosas: Brasilia (capital federal) (dos millones 562 mil 963); Goiania (un millón 318 mil 148); Campo Grande (796 mil 252); Cuiabá (556 mil 298); Aparecida de Goiânia (442 mil 978); Anápolis (334 mil 613). Economía: Ganadería, Soja, Maíz, Caña de Azúcar, Algodón, Tomate , Níquel, Cobre, Oro, quizás entre los mayores depósitos inexplotados de hierro y manganeso del mundo en Matto Grosso do Sul.
Región Nordeste, formada por los estados de Alagoas, Bahía, Ceará, Maranhão, Paraíba, Pernambuco, Piauí, Río Grande del Norte y Sergipe. Posee un territorio de un millón 556 mil 001 kilomtetros cuadrados (18,2 por ciento del territorio nacional), dentro de los que está localizado el Polígono das secas, y una población superior a los 53 millones de habitantes, con un PIB de US$ 373,1 mil millones (2019; ~12 por ciento, tercero entre las regiones de Brasil) Ciudades más grandes: Salvador (dos millones 676 mil 606); Fortaleza (dos millones 447 mil 409); Recife (un millón 536 mil 934); São Luís (un millón 011 mil 943); Maceió (932 mil 608); Natal (789 mil 836); Teresa (714 mil 583 ); João Pessoa (595 mil 429); Jaboatão dos Guararapes ; (580 mil 795); Feria de Santana (481 mil 137); Aracajú (461 mil 083); Olinda (368 mil 666); Campiña Grande (354 mil 546).
Economía: Turismo , frutas tropicales (coco, papaya, melón, plátano, mango, piña), cacao, anacardos, soja, algodón, caña de azúcar, fabricación de maquinaria, textiles , gran producción de energía eólica, extracción de sal. En esta región se fundó la primera capital brasileña, Salvador de Bahía. Posee los niveles más bajos del país en casi todos los indicadores sociales, siendo considerada la región más empobrecida de Brasil, Bastión de Lula y la Coalición “Vamos juntos por Brasil”
Región Norte, que está conformada por los estados de Acre, Amapá, Amazonas, Pará, Rondônia, Roraima y Tocantins.
Posee un territorio de tres millones 851 mil 560 kilómetros cuadrados (45,2 por ciento del territorio nacional) y una población apenas superior a los 17 millones de habitantes, que la convierten en la región con menor densidad demográfica del país. Tiene un PIB de US$ 94,8 mil millones (2016; 4,7 por ciento, último lugar en el país), las mayores ciudades son Manaos (dos millones 094 mil 391); Belém (un millón 446 mil 042); Porto Viejo (511 mil 219); Ananindeua (510 mil 834); Macapá (465 mil 495); Río Branco (377 mil 057); Boa Vista (326 mil 419); Santarém (294 mil 447) y Palmas (279 mil 856). Posee esta región enormes recursos naturales y agropecuarios.
Región Sudeste, que está conformada por los estados de Espírito Santo, Minas Gerais, Río de Janeiro y São Paulo. Posee un territorio de 927 mil 286 kilómetros cuadrados (10,9 por ciento del territorio nacional) y una población de alrededor de 80 millones de habitantes, con un PIB de más de un millón de millones de dólares (2018; 49%, primer lugar entre las regiones de Brasil ).
Las mayores ciudades (atención, no áreas metropolitanas) de la región sureste son: São Paulo (11 millones 037 mil 593); Río de Janeiro (seis millones 186 mil 710); Belo Horizonte (dos millones 452.¡ mil 617); Guarulhos (un millón 299 mil 283); Campinas (un millón 064 mil 669); São Gonçalo (991mil 382); Duque de Caxias (872 mil 762); Nueva Iguazú (865 mil 089); São Bernardo do Campo (810 mil 979); Osasco (718 mil 646); Santo André (673 mil 396); Uberlândia (634 mil 345); Contagio (625 mil 393 ); São José dos Campos (615 mil 871); Sorocaba (584 mil 313); Ribeirão Preto (563 mil 107); Juiz de Fora (526 mil 706); Belford Roxo (501 mil 544); Niterói (479 mil 384); São João de Meriti (469 mil 827); Betim (441 mil 748); Campos dos Goytacazes (434 mil 008).
Economía: Manufactura (maquinaria, electrónica, automóviles y aviación, acero, químicos, calzado, textiles), café, caña de azúcar, cítricos, ganadería, turismo, petróleo, hierro, oro, producción de energía (no suficiente, sin embargo, para satisfacer su demanda, y el gas de Bolivia se presenta como fundamental).
El Sudeste es el centro económico de Brasil, y la mayoría de las grandes empresas presentes en el país tienen su sede en esta región. Es la tradicional locomotora de la economía brasileña, responsable del 49 por ciento del PIB (aproximadamente US$ 2,054 mil millones en 2018). También es la región más poblada del país, con más de 80 millones de personas. Región Sur, que está conformada por los estados de Paraná, Río Grande del Sur y Santa Catarina. Posee un territorio de 575 mil 316 kilómetros cuadrados (6,8 por ciento del territorio nacional) y una población de más de 26 millones de habitantes, con un PIB de US$ 313,8 mil millones (2018; 15% del total nacional y segundo lugar en Brasil). Las mayores ciudades Curitiba (un millón 764 mil 540); Porto Alegre (un millón 413 mil 094); Joinville (520 mil 905); Londrina (511 mil 278); Caxias do Sul (441 mil 332); Florianópolis (427 mil 298); Maringá (362 mil 329); Pelotas (328 mil 864 ); Canoas (325 mil 188); Ponta Grossa (314 mil 527); Blumenau (312 mil 634); Cascabel (289 mil 339 ); Santa María (262 mil 368), y Foz de Iguazú (255 mil 900). Economía: Industrias de maquinaria y automóviles, textiles, calzado , tecnología de la información, turismo, frijol de soya, maíz, manzanas, vino, ganadería, carbón, petroquímica, producción de energía.
La Región Sur de Brasil se caracterizó históricamente por un comparativamente alto nivel de vida , con indicadores sociales considerablemente mejores, que incluyen algunas de las ciudades con los niveles más altos de ingresos del país, incluidas sus capitales. La región fue poblada por inmigrantes europeos (inmigración del siglo XIX y refugiados de la Primera y Segunda Guerra Mundial), los que se han sumado a la cultura local, especialmente en arquitectura, cocina y formas de agricultura. Santa Catarina es proporcionalmente el estado con más población de origen europeo de Brasil (87 por ciento).
El factor demográfico en Brasil.
Uno de los aspectos de más peso en las elecciones del 2 de octubre es el demográfico, la población de origen europeo, con niveles más altos de vida, tiende a favorecer a sectores de la derecha y centro– derecha. Niveles económico – sociales comparables los poseen los brasileños de origen asiático, mayormente japonés, que son cientos de miles principalmente en Sao Paulo.
Con el resto de la población ocurre lo contrario. Durante el gobierno de Bolsonaro, millones de brasileños pasaron a la pobreza y muchos de ellos a la pobreza extrema. Los miembros de la comunidad afrobrasileña y los nativos americanos son los más golpeados por la desigualdad y por ende, apoyan decididamente un cambio social significativo.
Dentro del factor demográfico desempeña un papel importante el tema de la religión, sobre todo del apoyo incondicional de los evangelistas a Bolsonaro, pero lo trataremos con más detalle, en otra parte de este artículo.
La formidable coalición “Vamos Juntos por Brasil”, tiene dos candidatos que se complementan regionalmente. Geraldo Alckmin obtuvo en las elecciones pasadas (2018, ganadas por Jair Bolsonaro) algo más de cinco millones de votos, y le da un buen refuerzo a Lula en algunos estados donde la oligarquía neoliberal pro– Bolsonaro está más estructurada y es capaz de ofrecer una mayor resistencia, sobre todo en las regiones Centro– Oeste, Sureste y Sur. (Fin de la segunda parte)
rmh/jro
(Tomados de Firmas Selectas)