La cifra de víctimas mortales de la región asciende a 120, la mayoría de ellas en el condado de Lee, justo donde la ciudadanía estima que la orden de evacuación demoró más de un día a pesar de las advertencias de los meteorólogos estadounidenses de que sufriría inundaciones «potencialmente mortales».
El administrador del condado, Roger Desjarlais, declaró que consideraron pedir una evacuación antes de lo que finalmente se emitió, “pero dada la incertidumbre de la trayectoria, el momento no parecía el adecuado».
Lo que finalmente convenció a los funcionarios locales de ordenar a la gente que se fuera, a pocas horas antes de la llegada del organismo tropical, fue el desplazamiento de su trayectoria hacia el sur y el este, dijo.
Para entonces, en Sanibel, Fort Myers Beach y otras áreas, muchas personas decidieron permanecer en sus hogares.
«Cuando el ciclón comenzó a moverse hacia el sur en los modelos de computadora, se emitió la evacuación, se abrieron los refugios”, se defendió el gobernador Ron DeSantis tras ser cuestionado por periodistas.
Pero cuando su justificación llegó, ya la población de Lee había sufrido los azotes de un huracán categoría 4 en la escala Saffir-Simpson (de cinco), con vientos sostenidos de 240 kilómetros por hora y un diámetro de más de 600 kilómetros.
Ahora, se espera además que sus efectos arruinen financieramente a innumerables personas cuyos hogares no estaban cubiertos por un seguro contra inundaciones cuando la tormenta anegó la región con poderosas marejadas y aguaceros torrenciales.
Según un análisis del portal web E&E News, del periódico Politico, el Programa Nacional de Seguros contra Inundaciones del gobierno federal, la fuente dominante de cobertura contra riadas en los Estados Unidos protege solo a una pequeña fracción de los propietarios de viviendas.
Añadió el texto que la red de daños de Ian se extendió inusualmente cuando el huracán llevó la marejada ciclónica a las áreas costeras y provocó desbordamientos de ríos e inundaciones repentinas en el interior de Florida, donde casi nadie tiene seguro contra esos eventos.
El presidente Joe Biden declaró nueve condados como áreas de desastre, lo que dota a los residentes de la capacidad de recibir ayuda federal para pagar reparaciones menores en el hogar, el acceso a casas a corto plazo y otros costos de emergencia.
No obstante, de los un millón 800 mil hogares en esos nueve territorios, solo el 29 por ciento tiene seguro federal contra inundaciones, según un análisis de los registros gubernamentales realizado por E&E News.
Entonces, eso deja a un millón 300 mil viviendas en la zona cero sin cobertura de ningún tipo, abundó.
En el condado de Hardee, que tiene uno de los niveles de ingresos más bajos de todas las localidades de Florida y el 44 por ciento de sus residentes son hispanos, solo 100 familias tienen seguro federal contra inundaciones de un total de ocho mil, o sea, una tasa de cobertura del 1,3 por ciento.
“Ian podría arruinar financieramente a miles de familias en Florida. No hay mejor manera de decirlo”, concluyó Mark Friedlander, del Instituto de Información de Seguros.
Este último centro estima que Ian causó daños por al menos 30 mil millones de dólares, y lo convierte en el duodécimo desastre más costoso de Estados Unidos desde 1980, según los registros de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica.
Sin embargo, las tragedias causadas por el fenómeno están lejos de terminar.
El condado de Volusia, en la costa atlántica de Florida, por ejemplo, aún enfrenta la amenaza continua de riadas, pues en la comunidad todavía hay mucha agua estancada que no tiene adónde ir.
“La lluvia del huracán hará que los niveles a lo largo del río Saint Johns se mantengan altos mientras el agua se drene en la cuenca”, informó hace pocas horas el Servicio Meteorológico en una advertencia de inundación.
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