Por Edilberto F. Méndez
Corresponsal jefe en la República Dominicana
Martí estuvo en tres ocasiones en la República Dominicana -en 1892, 1893 y 1895-, y sus estancias dejaron imborrables huellas que perduran hasta nuestros días.
El Apóstol de la isla caló profundamente en el corazón de los dominicanos y como muestra de ello durante todos estos años su figura ha sido resaltada y venerada de distintas maneras.
En septiembre de 1892, Martí fue a Montecristi a encontrarse con el Generalísimo Máximo Gómez, con el objetivo de sumarlo a la organización militar de la guerra en Cuba.
En aquella ocasión estuvo dos días y tres noches en la casa de la finca La Reforma, en Laguna Salada, estancia reseñada por el propio Martí en un artículo que escribió años después, llamado El General Gómez.
En ese primer viaje a este territorio, visitó también a Santo Domingo. Gómez lo acompañó de Montecristi hasta Santiago de los Caballeros y el Maestro siguió hasta Santo Domingo, Ciudad Primada de América.
El 19 de septiembre de 1892 se hospedó en un hotel de la calle Las Mercedes, lugar muy concurrido por los transeúntes y ubicado en plena ciudad colonial, relativamente cerca de la Catedral.
Tal vez, el lugar más buscado por quienes se interesan en seguir los pasos del héroe cubano por esta ciudad tenía como nombre la Casa de San Pedro, en el número 155 de la mencionada calle, entre Hostos y Duarte.
Entre los sitios visitados por Martí en aquella ocasión estuvieron la sede de la Sociedad Amigos del País y la Catedral Primada de América, esta última para visitar la tumba del Almirante Cristóbal Colón.
El 21 de septiembre del mencionado año, partió de esta ciudad en el velero Lépido rumbo a Barahona, para pasar la noche en el lugar y partir al otro día por la Sierra de Bahoruco, bordeando el lago Enriquillo rumbo a la frontera con Haití, hacia Puerto Príncipe.
SEGUNDA Y TERCERA VISITAS DEL MAESTRO
En la segunda visita que hizo Martí a República Dominicana, en 1893, estuvo exclusivamente en Montecristi, donde se dedicó a hacer consultas con el Generalísimo para de ahí regresar de inmediato a Nueva York, Estados Unidos.
Uno de los frutos de ese periplo fue la creación en la capital dominicana de la Sociedad Política Cubana Hijas de Hatuey, integrada por mujeres cubanas y dominicanas que dieron un gran apoyo logístico a la causa independentista de Cuba.
En la tarde del 5 de junio de 1893, el autor del poemario Ismaelillo partió vía marítima hacia la nación del norte acompañado del dominicano Emiliano Aybar.
Y la última vez que pisó tierras dominicanas fue en 1895, viaje en el cual permaneció más tiempo. Se llevó a cabo luego del fracaso de la expedición de La Fernandina, cuando los tres vapores con armas fueron incautados por las autoridades estadounidenses y Martí tuvo que pasar a la clandestinidad.
En esa ocasión llegó el 7 de febrero a Montecristi para explicar a Gómez lo ocurrido y ambos acordaron tomar medidas urgentes, porque ya la orden de alzamiento en la isla estaba dada.
Fueron momentos en los cuales los dos destacados patriotas comenzaron a hacer los preparativos para trasladarse hacia Cuba a fin de cumplir la misión de independizar esa nación.
Asimismo, fue un histórico momento cuando Martí y Gómez concibieron, redactaron y firmaron aquel memorable programa de lucha que hizo posible el fin del colonialismo español en el Caribe: El Manifiesto de Montecristi.
Hoy se mantiene la Casa-Museo que atesora fotos, cuadros y otros objetos museológicos pero más que todo, posee un gran significado en la historia de estos dos países y el recuerdo perenne de aquel memorable 25 de marzo de 1895, cuando se firmó el documento.
OTRAS HUELLAS DE MARTÍ
La presencia del Apóstol llega hasta nuestros días cargada de recuerdos a través no solo de los lugares mencionados, los cuales se preservan para la posteridad y las nuevas generaciones, también están en calles, plazas, avenidas, bustos y estatuas que se encuentran a lo largo y ancho de la geografía dominicana.
Resalta la estatua erigida en la conocida Avenida de los Próceres, inaugurada en 1975, la cual se convirtió en lugar de homenaje permanente a su figura en fechas históricas.
También se destacan las que existen en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en la Iberoamericana y en la Abierta para Adultos, así como la obra levantada en la Plaza Confraternidad Dominico-Cubana, una base de un metro en cuyo frente están los rostros de Martí, Juan Pablo Duarte y Máximo Gómez y por detrás, el del cacique Hatuey.
Todo lo anterior, sin dejar de mencionar la Plaza que lleva su nombre cerca de la conocida Avenida Duarte.
Y si nos adentramos al interior del país disfrutaremos del Paseo José Martí de La Romana y calles que llevan su nombre en distintas provincias, entre las cuales se encuentran La Vega, San Pedro de Macorís y Duarte, por solo mencionar tres.
Además, existe un sinnúmero de centros docentes que le hacen honor al Maestro llevando su nombre.
No hay dudas que el Apóstol cubano es recordado, querido y admirado por este pueblo, de la misma forma en que este pueblo caló en ese gran hombre de Nuestra América.
arb/ema