Como parte destacada del homenaje en ocasión del 170 aniversario de su natalicio, en el Monumento al Renacimiento Africano (MRA) fue develada una valla permanente que versa sobre la trascendencia histórica del héroe, al pie de un busto que perpetúa su memoria.
En la placa se lee: José Julián Martí Pérez (1853-1895) es el Héroe Nacional de la República de Cuba. Patriota e intelectual de gran influencia en su tiempo, y luchador incansable contra el régimen de esclavitud durante el siglo XIX.
Sus concepciones sobre la naturaleza de las razas y los derechos de los hombres sin importar el color de su piel, ejercieron influencia en la prensa y políticos de la época, prosigue el texto.
Agrega que su labor por la independencia y en defensa de los hombres esclavizados o víctimas del racismo luego de la abolición de la esclavitud, le convierten en un profundo humanista.
Cuando Fidel Castro organizó la última etapa por la liberación en Cuba, al cumplirse el centenario del natalicio del héroe, expresó que el hecho que inició la Revolución, o sea, el asalto al Cuartel Moncada, tenía a Martí como autor intelectual, destaca la inscripción.
En la ocasión, el profesor Papa Kédiang Baldé, responsable de Relaciones con las Instituciones del MRA, resaltó cómo Martí hizo causa común con los problemas de su tiempo, no solo contribuyendo a las ansias de independencia de los cubanos, sino, además, reforzando la idea de que la humanidad no conoce de razas, sino de Hombres.
“Honrar, honra”, dijo citando al Apóstol cubano, mientras agradecía la iniciativa de colocar una reseña muy cerca del busto exhibido en el lugar desde 2019, obra del escultor Alberto Lescay Merencio.
Por su parte, la embajadora de Cuba en Senegal, Maydolis Sosa Hilton, recordó que, de Martí, recibimos “su inspirador patriotismo y un concepto tan alto del honor y de la dignidad humana como nadie en el mundo podría habernos enseñado”.
Fue un hombre verdaderamente extraordinario y excepcional, resaltó. Amante fervoroso de la paz, la unión y armonía entre los hombres, no vaciló en organizar e iniciar la guerra justa y necesaria contra el coloniaje (español), la esclavitud y la injusticia.
Su sangre, recordó la Embajadora, “fue la primera en derramarse y su vida la primera en ofrendarse como símbolo imborrable de altruismo y desprendimiento personal”.
“El mayor monumento de los cubanos a su memoria es haber sabido construir y defender esta trinchera, para que nadie pudiera caer con una fuerza más sobre los pueblos de América y del mundo. De él aprendimos el infinito valor y la fuerza de las ideas”, concluyó.
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