Por Verónica Núñez Lastres * Colaboradora de Prensa Latina
Ramón Guerra Díaz, museólogo de la Casa Natal José Martí, reconoció que divulgar en Cuba los méritos del quehacer martiano era una tarea casi prohibida durante la colonización española, por lo que su obra se popularizó sobre todo en el extranjero.
Martí se mantuvo como una referencia histórica pero distante, pues las figuras más alabadas en las producciones nacionales de principios del siglo XX fueron los participantes en las guerras independentistas ocurridas en la isla durante el siglo XIX, como Antonio Maceo o Máximo Gómez.
FIGURAS HISTÓRICAS EN EL CINE CUBANO
La introducción del séptimo arte en Cuba ocurrió en 1897, pero el primer largometraje cubano de corte histórico no estuvo relacionado con José Martí pues narraba la vida del reconocido bandolero del siglo XIX Manuel García.
Su autor fue el pionero del cine criollo Enrique Díaz Quesada, y sus productores, los españoles Pablo Santos y Jesús Artigas, indica Eduardo Lolo en su artículo “Luces y sombras de la imagen de José Martí en el cine cubano”.
Fue en 1914 cuando este mismo equipo comenzó a producir filmes relacionados con el proceso independentista de la nación antillana y sus héroes, aunque el Apóstol siguió sin ser mencionado debido al desconocimiento de sus acciones en el país caribeño.
El descubrimiento de la obra martiana por sus coterráneos se logró gracias al arduo trabajo de sus antiguos amigos, discípulos y al relevo de intelectuales de posteriores generaciones como Jorge Mañach, escribió Lolo.
LLEGADA DEL APÓSTOL A LA GRAN PANTALLA
Hasta el momento, la obra de cine cubano relacionada a Martí más antigua identificada es “La que se murió de amor: la niña de Guatemala” o “Martí en Guatemala” (1943), del director Ángel Hernández de Velazco.
Esta y el melodrama “La Rosa Blanca” (1953), del realizador mexicano Emilio “El Indio” Fernández (1904-1986), fueron las dos principales producciones cinematográficas de tema martiano que se realizaron entre los años 40 y 50.
En el caso del filme del Indio Fernández, formaron parte del elenco Gina Cabrera, Dalia Íñiguez y Raquel Revuelta, célebres actrices cubanas. Para esa obra, el actor norteamericano Cesar Romero, hijo de María Mantilla, procuró en vano conseguir un papel en la cinta.
Dicha producción fue objeto de numerosas críticas por parte de los cubanos al ser una coproducción binacional y por la elección de un actor extranjero, el mexicano Roberto Cañedo (1918-1998), para interpretar a Martí.
Además, el filme intentó, quizás de forma atropellada, relatar toda la vida del Héroe Nacional en lugar de enfocarse solo en alguna etapa, por lo que fue incapaz de despertar cautivadoras emociones en los espectadores.
Finalmente fue prohibida incluso por las mismas autoridades que financiaron el proyecto, debido también a la sugerencia del posible desliz amoroso del escritor, poeta y revolucionario cubano, ya casi santificado por el ideario popular.
OTRAS OBRAS CINEMATOGRÁFICAS
La existencia de filmes martianos anteriores a La Rosa Blanca se conoce solo por las referencias de historiadores del cine cubano como María Eulalia Douglas, Luciano Castillo y a las notas periodísticas de la época, pues no se conservan muestras íntegras de las cintas.
Por ejemplo, a pesar del fracaso de su primera producción martiana, Hernández de Velazco rodó con el apoyo del entonces Ministerio de Información el cortometraje “Los zapaticos de rosa” (1952), que tuvo un notable éxito.
En 1953, como parte de las actividades culturales por el centenario del natalicio del Apóstol, se estrenaron los documentales “Siguiendo la ruta de Martí”, del también pintor Enrique Crucet y “Martí, mentor de juventudes”, de Juan Díaz Quesada.
TRAS EL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN
El cortometraje dramatizado “Los tiempos del joven Martí”, que concentró la trama en el periodo juvenil de su protagonista hasta el destierro a España, fue escrito y dirigido por José Massip, fundador del Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinematográficos (Icaic).
Posteriormente, Massip realizó el largometraje “Páginas del Diario de campaña de José Martí” (1971), que contó con la presencia de grandes figuras del cine cubano como Daisy Granados, Adolfo Llauradó y Raúl Pomares.
Debe alabarse el tacto maestro, el afán de veracidad, de autenticidad, con que José Massip culminó la proeza de animar las figuras de Máximo Gómez y José Martí sin haber restado nada a su sencilla y humana grandeza, opinó sobre la película Alejo Carpentier en la revista Cine Cubano de ese año.
Pero quizás el más recordado largometraje de tema martiano es “José Martí, el ojo del canario” (2010), donde el director Fernando Pérez se alejó del mítico e icónico personaje.
Esta película cubre la adolescencia y juventud de José “Pepe” Martí y su director declaró en una entrevista que la intención era describir un “itinerario espiritual” más que una biografía.
Dividida en cuatro capítulos, se aprecia cuando el niño Pepe ve los horrores de la esclavitud, su pasión por las Bellas Artes, los primeros enfrentamientos al gobierno español y su situación familiar, mostrando particularmente la formación de su ideario político y poético.
PARA LOS MÁS PEQUEÑOS Alejándose de la convencional interpretación actoral, Tulio Raggi dirigió en 1983 el dibujo animado “El alma trémula y sola”, cuya inspiración fue el poema “La bailarina española”, que forma parte de los Versos Sencillos.
Raggi recreó la estancia del Maestro en Nueva York y la actuación de la bailarina conocida como La Bella Otero, desbordando hermosura y muchos detalles visuales.
Por el 150 aniversario del natalicio del pensador cubano, Ernesto Padrón estrenó la serie de cortometrajes animados “Conociendo a Martí”, con la misma línea temática de Fernando Pérez en El Ojo del Canario, la infancia y adolescencia del Héroe Nacional.
En 2014 se estrenó Meñique, basada en la adaptación del cuento Pulgarcito en La Edad de Oro. Fue el primer largometraje en animación 3D en Cuba y trabajaron conjuntamente en la dirección Ernesto Padrón, Tulio Raggi y Alejandro Rodríguez.
De manera general, el Héroe Nacional de Cuba fue una figura casi desconocida en los inicios del cine cubano para luego ser idolatrado y endiosado hasta inicios del presente siglo, cuando los directores proyectaron un Martí más humanizado y cercano. Esta constante permite conocer la percepción del pueblo cubano sobre la figura del Apóstol.
arb/vnl
*Estudiante de Periodismo de la Universidad de La Habana.