Un análisis del Pew Research Center, a partir de las últimas estadísticas anuales de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, reveló que hubo 858 fallecimientos más debido a un arma de fuego en 2021 en comparación con dos años antes en el mentado grupo poblacional.
La tasa de mortalidad por armas de fuego entre niños y adolescentes, una medida que se ajusta a los cambios en la población del país, aumentó de 2,4 muertes por cada 100 mil residentes menores en 2019 a 3,5 por cada 100 mil dos años después, un aumento del 46 por ciento, apuntó el estudio.
Detalló que tanto la cantidad como la tasa de niños y adolescentes asesinados por disparos en 2021 fueron más altas que en cualquier otro momento desde al menos 1999, el primer año para el cual hay información disponible sobre los menores de 18 años en la base de datos de mortalidad.
El incremento en las decesos por armas de fuego entre ese segmento poblacional es parte de un aumento reciente más amplio en las muertes por armas de fuego entre los estadounidenses en general, apuntó.
Al cierre de 2021, especificó, hubo 48 mil 830 fallecimientos debido a las balas entre los estadounidenses de todas las edades, con mucho el total anual más alto registrado y un 23 por ciento más que las 39 mil 707 notificados en 2019, antes de la pandemia.
El homicidio fue la categoría individual más grande de muertes por armas de fuego entre niños y adolescentes en 2021, representando el 60 por ciento del total de ese año, causa a la que le siguió el suicidio con un 32 por ciento y los accidentes con un cinco.
Las diferencias raciales y étnicas en los decesos por armas de fuego entre los niños son marcadas.
En 2021, detalló el análisis, el 46 por ciento de todas las muertes entre los más jóvenes involucraron víctimas negras, aunque solo el 14 por ciento de la población menor de 18 años de Estados Unidos pertenecía a ese grupo racial.
Según señaló, en el periodo de referencia, los afrodescendientes tenían aproximadamente cinco veces más probabilidades que sus homólogos blancos de morir por disparos.
Hubo 11,8 muertes por armas de fuego por cada 100 mil niños y adolescentes negros ese año, en comparación con 2,3 decesos por cada 100 mil entre los caucásicos.
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