Su fuente de inspiración son antiguos trayectos comerciales de este país y ahora persigue enlazarlo a numerosas naciones mediante una gran plataforma de intercambios, infraestructuras modernas y políticas coordinadas que conlleve al crecimiento equilibrado del planeta.
Por tanto, se trata de construir una senda de paz, prosperidad, apertura, innovación y civilización con base en asociaciones que analicen y resuelvan cualquier diferencia en el diálogo, en vez de la confrontación.
Según el plan inicial, con una inversión escalonada de un billón de dólares la Franja va vía terrestre desde el gigante asiático hasta Rusia y Europa pasando por Asia Central, mientras que la Ruta marítima tiene el mismo punto de partida pero llega a África.
En esta última región el proyecto aterrizó en 2015 y desde entonces 52 de los 54 territorios del continente firmaron los correspondientes acuerdos para integrarlo.
Solo Eswatini y Mauricio no forman parte de él, aunque no se descarta que el segundo se sume en un futuro porque en 2019 selló un acuerdo de libre comercio con Beijing.
En África la iniciativa china se asocia con un aumento de las transacciones mercantiles, préstamos, créditos e inversiones en numerosas obras de construcción tanto vial, como marítima-portuaria, ferroviaria, energética e institucional.
De hecho, muchos planes concebidos antes de 2015 ahora quedaron bajo la sombrilla de la Franja y la Ruta.
Existe consenso de que la propuesta china está transformando el desarrollo socio-económico de África, pues da lugar a más empleos, oportunidades de negocio y dota al continente de la infraestructura necesaria para la población.
Su llegada significó multiplicar el volumen mercantil hasta superar el año pasado los 282 mil millones de dólares, con una proporción mayoritaria dedicada a las exportaciones de bienes del gigante asiático y otra menor a las importaciones de recursos agrícolas, energéticos y materia prima de la región.
China es el mayor inversionista extranjero en África y dirige principalmente el capital a la minería y la construcción, pero se espera que igualmente estimule su desarrollo verde y la conectividad digital tras incluir esos sectores en la iniciativa global.
Un reciente informe de la Oficina de Información del Consejo de Estado (Gabinete) mencionó la contribución al avance de la industrialización y de la diversificación económica en África, mediante la construcción de zonas económicas especiales, parques científicos e industriales.
También citó las experiencias compartidas en cuanto a desarrollo agrícola y tecnológico, así como el respaldo a construir cadenas de suministro agrícola y a reducir la brecha digital.
Por otro lado, el continuo intercambio pueblo a pueblo convirtió a la nación oriental en el destino principal para los estudiantes universitarios de aquella zona, que pasaron de apenas dos mil en 2003 a más de 81 mil en 2018.
Las partes tienen al foro de cooperación Focac (por sus siglas en inglés) como piedra angular para impulsar los planes comerciales, analizar asuntos políticos de mutuo interés y coordinar posturas en plataformas internacionales.
Durante la octava reunión del mecanismo en 2021, el presidente Xi Jinping anunció el suministro de vacunas antiCovid-19 para incrementar la tasa de inmunización y la implementación de 10 programas de salud junto al despliegue de mil 500 médicos y trabajadores sanitarios.
Reveló también inversiones por 10 mil millones de dólares en los tres años siguientes y planteó trabajar con las naciones africanas en proyectos de reducción de la pobreza y agricultura, así como el envío de expertos en estos temas para capacitar a la población local.
CONTROVERSIAS Y CONFRONTACIONES
Si bien se reconocen los beneficios de la participación africana en la Franja y Ruta de la Seda, el mecanismo no escapa a las polémicas e incluso en la cumbre del Focac en 2021 los países del continente solicitaron a Beijing “un comercio más equilibrado y una relación de negocios beneficiosa” para mejorar la situación económica.
Trascendió entonces que la ministra de Exteriores de Senegal, Aissata Tall Sall, calificó de dinámica la cooperación, y aseguró que es “deseada y aceptada por todos nuestros Estados, compartida por nuestros pueblos (…) y un bien común que debemos preservar”.
En los últimos años emergieron señalamientos vinculados a la explotación de recursos naturales, la entrada masiva de productos chinos y porque los préstamos millonarios inciden en el alto nivel de endeudamiento de territorios de África subsahariana, hasta acumular los 702 mil millones de dólares.
Algunas voces llaman la atención sobre una presencia mayor de empresas privadas en la actualidad, mientras antes las estatales constituían el grueso de los inversionistas del gigante asiático.
Asimismo el proyecto está en la mira de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), al punto de convertirse en otro foco de confrontación con China bajo el argumento de que esconde “trampas de deuda”.
El contrapunteo conllevó a que esas potencias conformaran alternativas a la Franja y la Ruta, pues detrás de las críticas también hay preocupaciones por la pérdida de influencia de Washington y Bruselas en un área rica en recursos naturales.
Por ejemplo, la UE diseñó el denominado Paquete de Inversión África-Europa de Global Gateway con el cual pretende apoyar a esa zona “en favor de una recuperación y transformación sólidas, inclusivas, ecológicas y digitales”.
El programa contempla inversiones por mil 500 millones de euros para hacia 2030 acelerar la transición ecológica y digital, impulsar el crecimiento sostenible y la creación de empleo digno, reforzar los sistemas sanitarios y mejorar la educación.
China, por su parte, niega las acusaciones sobre las supuestas trampas de deuda y saluda cualquier ayuda a África siempre que no sea empleada como punta de lanza para avivar discordias, crear círculos exclusivos y realmente fomente el progreso en una zona históricamente empobrecida.
Wu Peng, director del departamento de Asuntos Africanos del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, dijo en un encuentro con periodistas extranjeros que Beijing considera las necesidades de financiamiento del continente, presta gran atención a su sostenibilidad de la deuda y respalda la idea de aliviarla.
De hecho, canceló el débito de 15 Estados en forma de préstamos gubernamentales sin intereses, que expiraron a fines de 2020.
“En los últimos años, los países africanos se han esforzado por impulsar el desarrollo social, sin embargo, la escasez de fondos actúa como un importante cuello de botella que limita el desarrollo de África”, acotó.
Según precisó, China se plantea impulsar la recuperación económica mediante nuevos proyectos de cooperación, inversiones y una iniciativa encaminada a estrechar la comunicación y explorar más canales para aprovechar el potencial de esa región en favor de su propio bienestar y prosperidad.
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