Apuntó que, a 100 años del hecho, el mundo reconoce que aquel fue un genocidio planificado por el entonces gobierno japonés, pese a que recientemente Tokio alegó no poder encontrar los registros relativos a la masacre.
Pero aún siguen apareciendo testimonios orales y materiales sobre la matanza -señaló- y se alzan más que nunca voces que exigen a Japón reconocer su responsabilidad en la masacre y pedir disculpas al pueblo coreano.
El 1 de septiembre de 1923, en la llanura de Kanto, isla japonesa de Honshu, se registró un sismo de magnitud de 8,2 que dejó un saldo de más de 100 mil muertes.
El subsecuente caos levantó rumores sobre saqueos e incendios premeditados por parte de coreanos radicados en la zona, miles de los cuales, en venganza por hechos nunca probados, fueron asesinados por milicias civiles japonesas.
La obstinada negación de esa matanza es un insulto insoportable a las víctimas y sus familiares, una conducta cínica que pretende evadir la responsabilidad sobre semejante crimen de lesa humanidad, apuntó la investigadora.
Señaló, además, que ello denota una carencia absoluta de la moral más básica entre los actuales políticos japoneses y forma parte del ambiente de hostilidad imperante en ese país contra la República Popular Democrática de Corea.
Los esfuerzos de Japón por borrar aquellos sangrientos hechos -sostuvo- evidencian su intención de repetir una historia agresiva.
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