Una catástrofe climática se despliega ante nuestros ojos y los políticos se niegan a actuar, indicó un reciente artículo publicado en el sitio digital nakedcapitalism.com que compara los daños causados en 2005 por el huracán Katrina y los actuales resultados de Ida, que golpeó el sur y, ya degradado a tormenta, afectó como nunca el noreste del país.
Cuando Katrina rompió diques y destrozó Nueva Orleans, en Luisiana, los científicos advirtieron que era una muestra de lo que le esperaba a la región de la Costa del Golfo si el cambio climático continuaba sin control.
Pero las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron, y exactamente 16 años después, el huracán Ida azotó Luisiana con categoría 4 con vientos de 240 kilómetros por hora y hasta unos 30 centímetros de lluvia, dejando a más de un millón de hogares sin electricidad.
Según científicos, el comportamiento de Ida se ajusta al perfil de las tormentas alimentadas por un clima que cambia rápidamente, y ningún dique será lo suficientemente fuerte como para proporcionar una protección real contra huracanes tan implacables año tras año.
Señaló la publicación en Internet que desde la catástrofe del Katrina de 2005, pocos líderes políticos estuvieron dispuestos a tomar medidas contundentes en ese frente crítico que es el cambio climático.
Dentro de unos meses, figuras nacionales y miembros de la sociedad civil se reunirán en Glasgow (Escocia) para la próxima Conferencia Nacional sobre el Cambio Climático, conocida como COP 26.
El artículo citó un comunicado de prensa del último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que se publicó a principios de agosto, el cual planteó que muchas de las transformaciones observadas en el clima no tienen precedentes en miles, si no cientos de miles de años.
Mientras la nación se ve asolada por inundaciones, sequías, incendios forestales y otros impactos reales del cambio climático, nuestros líderes políticos no tienen ningún plan para hacer algo inmediatamente sobre las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de los combustibles fósiles, subrayó.
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