Dos años lejos del Despacho Oval parecen impactar poco en los estadounidenses, pues más allá de escándalos e investigaciones, incluso sobre presunto manejo criminal de registros clasificados, todavía el magnate controla más del 80 por ciento del voto conservador y acapara cada día titulares.
Ahora los electores tienen ante sí los comicios de medio término del 8 de noviembre, que redefinirán el control del Senado y la Cámara de Representantes, 36 gobernaciones y otros cargos a nivel estadual y local, de cuyo resultado dependerá la capacidad del presidente Joe Biden de desarrollar su agenda. Trump, otra vez, juega sus cartas.
¿JAQUE A LA “DEMOCRACIA”?
De acuerdo con el especialista del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) de Cuba Carlos Ciaño Zanetti, el bipartidismo constituye el fundamento del sistema político norteamericano.
A través de los partidos Demócrata y Republicano (GOP), los ricos dominan las multimillonarias campañas para la elección de sus candidatos, garantizando que no acceda al gobierno nadie que represente intereses ajenos a los suyos, explicó.
El diplomático y escritor cubano Ramón Sánchez-Parodi en su libro El espectáculo electoral más costoso del mundo, enfatiza cómo las filas rojas y azules controlan monopólicamente la escena política del país.
“Eligen al presidente y al vicemandatario, más del 95 por ciento de los cargos del Congreso, todos los gobernadores y la abrumadora mayoría de los integrantes de los órganos legislativos de los estados; además, sus líderes son determinantes en la designación de los magistrados del Tribunal Supremo y las cortes subordinadas”, apuntó.
En opinión de Ciaño Zanetti, “este hecho determina que en la actualidad no pueda hablarse de un sistema democrático en Estados Unidos, pues no son los intereses del pueblo los que el sistema toma en cuenta, sino los de los ricos, por lo cual en realidad es una plutocracia”.
De hecho, el estudio de la Universidad de Princeton titulado Testing Theories of American Politics: Elites, Interest Groups, and Average Citizens, de los profesores Martin Gilens y Benjamin Page, determinó que la nación norteña ya no puede considerarse una democracia.
En su argumentación, los especialistas plantearon que las decisiones políticas, en vez de tomarse de acuerdo con la voluntad de la mayoría de sus ciudadanos, buscan únicamente promover los intereses de la élite económica y grupos organizados.
La situación resulta más compleja con la extrema polarización política experimentada en el país, lo cual está reflejado en elecciones y encuestas, apuntó a Prensa Latina Ciaño Zanetti.
“Antes existía el dicho de que nada se parecía más a un demócrata que un republicano, y era verdad. Tú veías el rango donde se movían ambos partidos y había una coincidencia de un 80 por ciento”, dijo.
Sin embargo, ahora los miembros del GOP “se han movido tanto a la derecha, que el más conservador de los demócratas es un poco más liberal que el más liberal de los republicanos”, detalló.
Para el investigador, “los partidos están hoy más internamente unidos e ideológicamente distantes que lo que lo han estado en más de un siglo”.
EL EFECTO TRUMP
Según señaló el experto del CIPI, la situación iniciadora de los sucesos que ahora para muchos “pone en peligro la democracia estadounidense” comienza a manifestarse con mayor claridad con la victoria de Trump en los comicios de noviembre de 2016.
“Este hombre de pensamiento racista, xenófobo, machista, que en el ámbito político linda con el fascismo, llegó a convertirse en el líder de una amplia mayoría de los miembros del Partido Republicano, que le siguen con obcecado fanatismo abrazando sus ideas más extremas”, comentó.
Para el periodista de investigación David Cay Johnston, quien conoce a Trump desde hace más de tres décadas y pronosticó que su mandato no terminaría bien, el exjefe de la Casa Blanca “simplemente inventa cosas y espera que sean aceptadas como verdades”.
“Cuenta con el apoyo de gente ingenua, entonces ni le preocupa que sea tan fácil de comprobar que falta a la verdad… Hay gente que cree en él, y no le importa si dice una cosa y luego la contraria, porque lo tratan como el líder de un culto, que no se equivoca nunca. No lo cuestionan”, afirmó el ganador de un premio Pulitzer.
De acuerdo con Cay Johnston, hay tres tipos de electores que apuestan por Trump, y el grupo principal son aquellas personas que se sienten frustradas por su situación económica y confían en que el republicano las ayudará a progresar.
En segundo lugar aparecen quienes detestan los movimientos sociales, les molestan las minorías y quieren que Estados Unidos vuelva a ser blanca, mientras el tercer grupo son los “falsos cristianos”, que ni entienden lo que dice la Biblia.
En una entrevista con Diario Financiero del 30 de octubre de 2020, el periodista insistió en que Trump, de perder esos comicios, dedicaría el resto de su vida a victimizarse y diría que los demócratas le robaron la elección, con manipulación de los votos incluida.
Pocos meses más tarde, el 6 de enero de 2021, una turba de casi dos mil 500 seguidores del magnate, algunos miembros de organizaciones racistas, asaltaron el Capitolio de Estados Unidos, mientras los congresistas alistaban la certificación de la victoria en las urnas de Joe Biden.
Un año después del suceso, en una encuesta de The Washington Post y la Universidad de Maryland, el 70 por ciento de los votantes republicanos consideró que si Trump tuvo algo que ver en los disturbios fue “en pequeña medida”, mientras el 92 por ciento de los demócratas le atribuyen toda la responsabilidad.
En esa pesquisa, el 62 por ciento de los conservadores refirió presuntas evidencias de un fraude electoral, lo cual fue descartado en las revisiones en los estados disputados por Trump y numerosos jueces, incluidos los designados por republicanos, rechazaron los desafíos legales presentados por el exmandatario y sus aliados.
¿REFERÉNDUM DE AZULES… O DE ROJOS?
Las elecciones de medio término, realizadas a dos años del inicio de una administración, son consideradas una especie de referéndum sobre el Gobierno, en este caso del demócrata Biden, y normalmente la fuerza del mandatario pierde escaños en el Congreso.
De acuerdo con medios como The Hill, la última vez que el partido en la Casa Blanca ganó asientos en la legislatura bicameral fue en 2002, cuando los republicanos aprovecharon la ola de apoyo tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, durante la gestión de George W. Bush (2001-2009).
En ese contexto, los azules intentan convertir las próximas elecciones en una consulta ciudadana sobre Trump y el GOP, y centran su campaña en el ataque a los llamados Republicanos MAGA (siglas de Make America Great Again, o Hacer a América Grande Otra Vez, consigna del magnate).
“Las fuerzas de MAGA están decididas a llevar a este país hacia atrás, hacia una América sin derechos a elegir, a la privacidad, al aborto, donde no puedes casarte con quien amas”, dijo Biden en un discurso el pasado septiembre.
Como recordó el especialista del CIPI, en un sondeo por primera vez la preocupación respecto a los peligros de la democracia superó al problema de la economía, pero resaltó que este tema sigue como el número uno en la mente de los votantes.
“Esa cuestión va a tener su influencia, en la medida en que se aproveche para mostrar el extremismo y los peligros del movimiento MAGA ante los independientes (aquellos sin compromiso con los dos partidos tradicionales, y representan el 33-34 por ciento de la población), pero no creo que sea el factor determinante”, reconoció Ciaño Zanetti.
A su vez, Trump sigue con su lenguaje violento contra figuras del poder norteamericano, incluso de su mismo bando, como el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, a quien dijo que debía tener “un deseo de muerte”.
En tanto, el exmandatario es objeto de una investigación del Departamento de Justicia por retener registros gubernamentales en su mansión Mar-a-Lago (con información que incluye hasta las capacidades nucleares de otra nación), la guinda de un expediente que también examina supuestas violaciones de Trump en el pago de impuestos.
De igual forma, recibió una citación formal del Comité selecto de la Cámara de Representantes que indaga sobre los disturbios del 6 de enero para declarar bajo juramento.
Mientras la Fiscalía sopesa si presentar cargos penales (con sus implicaciones en la atmósfera política), el neoyorquino dice ser víctima de una cacería de brujas partidista, y cada vez que puede coquetea con la idea de repetir en el Despacho Oval, lo cual es bienvenido entre sus fieles con vítores de “Queremos a Trump”.
“Corrí dos veces. Gané dos veces. Lo hice mucho mejor la segunda vez. Y ahora, para que nuestro país vuelva a ser exitoso, seguro y glorioso, probablemente tendré que volver a hacerlo”, dijo este mes en Texas, aunque no anunció formalmente una candidatura.
A todas estas, en las primarias republicanas para los comicios intermedios la mayoría de los aspirantes respaldados por el exgobernante triunfaron y ahora disputan el Congreso, a pesar de ser “malos candidatos”, con “récords terribles”, dijo Ciaño Zanetti.
Un análisis del canal CNN, titulado El próximo «circo» de Trump en Estados Unidos, enfatiza en cómo el político y su movimiento plantean nuevos desafíos a la rendición de cuentas, las elecciones libres y el estado de derecho, y es probable que profundicen la polarización en una nación ya muy dividida.
“Existe una perspectiva creciente de que las elecciones de noviembre instalarán una mayoría republicana en la Cámara de Representantes, lo cual significará un regreso del trumpismo al poder”, alertó el medio, y agregó la probabilidad de que el próximo período político gire principalmente en torno a el pasado y el futuro del magnate.
Respecto a las investigaciones en curso, CNN acotó que la decisión de acusar a un exmandatario que se postula otra vez por la Casa Blanca provocaría una tormenta de fuego; pero evitar que rinda cuentas si hay evidencia de un delito, enviaría una señal dañina a los futuros gobernantes con instintos de hombre fuerte.
Los presidentes de un solo mandato tienden a desvanecerse rápidamente en la historia, pero a Trump los expertos lo consideran un caso extraordinario.
Para Ciaño Zanetti, “lejos del poder (teóricamente), él sigue dominando la inmensa mayoría del GOP, con mentiras tan evidentes… Es inconcebible que todavía más del 60 por ciento de los republicanos diga que los comicios del 2020 fueron robados. Y ellos lo afirman porque Trump así lo dice. Son fanáticos ciegos. Y ahí está el peligro a la «democracia»”.
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