A sus 35 y 37 años, respectivamente, “La Pulga” y “CR7” disputan su quinto certamen universal y entraron en los libros de historia como los jugadores con más participaciones, ahora junto a los mexicanos Andrés Guardado y Guillermo Ochoa.
Todos igualaron una hazaña antes conseguida por Antonio Carvajal, Lothar Matthaus y Rafael Márquez, detalle que premia la perseverancia, la longevidad deportiva, la calidad y los resultados individuales.
El argentino y el portugués protagonizan sus últimos bailes mundialistas en el Medio Oriente, después de convertirse en las dos grandes estrellas del balompié en lo que va de siglo XXI, un par que elevó el significado de la palabra rivalidad a alturas casi desconocidas.
Seres tan desiguales y a la vez tan parecidos que la razón tiende a desaparecer en medio de la grandeza que emanan sus figuras: uno bajito, a veces tímido; el otro esbelto, presto para portadas de revistas hasta sin rasurarse.
En el afán de alimentar sus trayectorias, el fútbol compartió con ambos un trofeo en torneos continentales. Primero, Portugal ganó la Eurocopa, y luego Argentina conquistó la Copa América. ¿Qatar 2022? Ese es el sueño de ambos.
De ahí que muchos piensen lo siguiente: Messi o Cristiano deberían ganar un Mundial, como un legítimo acto de recompensa por el talento entregado, por marcar el idioma de la disciplina para el deleite de diferentes generaciones.
Similar realidad enfrentan los citados Guardado y Ochoa, hombres con menos caché, pero dignos de respeto siempre; el español Sergio Busquets, el croata Luka Modric, los uruguayos Luis Suárez y Edinson Cavani, los alemanes Thomas Muller y Manuel Neuer, el brasileño Thiago Silva…
Incluso, el galés Gareth Bale tendrá bienvenida y despedida, pues a sus 33 años debutó en el evento y muy probablemente sea el único debido a su edad y que a la selección de Gales le tomó 64 años volver al máximo torneo del futbol.
Por causas propias de la vida y la existencia humana, presenciamos la despedida de seres que –sin darnos cuenta- han marcado nuestra cotidianidad entre goles, noticias, triunfos, alegrías y tristezas. Solo resta aceptar la realidad y aplaudir cuando llegue el momento. Un sabio dijo: honrar, honra.
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