Aquel 22 de noviembre ante Arabia Saudita, Scaloni entendió que la etapa de aglutinador debía quedar en el pasado y que era momento de cumplir su rol como estratega para servirle a los intereses de un equipo, que pasó del cielo a la tierra en poco más de 90 minutos.
En el Centro de Medios de Doha, las conferencias de prensa del combinado albiceleste pueden colocarse entre las más aburridas, las réplicas parecen recitadas y resultan escasas las bromas o las ironías, aunque saber de Lionel Messi y el resto genere expectación.
El entrenador parece una máquina. Por ejemplo, se le preguntó este viernes sobre las picantes declaraciones de Graham Arnold, el guía de los oceánicos, y sin inmutarse dijo: «Es un buen equipo, son 11 contra 11 como dijeron ellos. Hay que dejar de lado el teórico favoritismo y jugar el partido”.
Y no le falta razón, respeto al contrario ante todo, es el tono lo que alcanza a abrumar, la falta de sazón que le sobró a Arnold al mencionar: “¿Vamos a ganar? ¡Por supuesto!” Y luego retó a Brasil, la pentacampeona universal y favorita de muchos entendidos en el Medio Oriente.
Pero poco que reprocharle a Scaloni lejos de los micrófonos. Leandro Paredes, Cristian «Cuti» Romero y Alejandro “Papu” Gómez no mostraron sus mejores versiones en el debut, y al seleccionador tampoco titubeó para cambiar los nombres en el dibujo táctico.
También lloró con los goles ante México, celebró versus Polonia y dio titularidad a un par que pedía pista incluso antes del comienzo de la lid: Enzo Fernández y Lisandro Martínez, sin obviar la confianza depositada en Julián Álvarez y Alexis Mac Allister.
Ahora tiene otro reto llamado Ángel Di María y sus problemas musculares. “En el entrenamiento de esta tarde tendremos un panorama más claro. Después de la práctica decidiremos el equipo, según la evolución de él y de otros jugadores. Si está bien, jugará”, dijo.
Scaloni entendió que su gestión está ligada íntimamente al resultado y no trascenderá por contar con el grupo más unido y feliz, ni por cumplirle a aquellos que en el pasado llegaron a cuestionarlo en diversas plataformas. Eso sí, la hinchada y su pasión es absolutamente innegociable.
“Siempre se hace notar, eso pasó históricamente. Estamos eternamente agradecidos porque el clima es muy lindo. Ojalá mañana tengamos el mismo clima que con Polonia porque fue como jugar en Argentina”, solicitó y el tono de su voz y los gestos fueron diferentes.
“Desde hace años la camiseta de la selección argentina transmite a lo largo del mundo una locura, porque tuvimos a Diego (Maradona), ahora tenemos a Leo (Messi). Nos pone contentos que haya gente en Bangladesh y en tantos otros lugares haciendo fuerza por nosotros”, continuó.
Justo entonces, sacó la parte emocional: “Vamos a dejar hasta la última gota de sudor”, lo escuchas y comprendes que todo pasa por la interpretación de un papel después del citado batacazo que les recordó el rigor que supone enfrentar un Mundial.
En el estadio Ahmad Bin Ali, Argentina, líder del grupo C; y Australia, segundo del D, chocarán mañana sábado en el comienzo de los octavos de final de la cita ecuménica. El ganador seguirá en el camino hacia el título, mientras el perdedor terminará su aventura en suelo árabe.
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