“La vida y obra de Martí tienen una unión imposible de disolver porque la coherencia lo marcó hasta sus últimos momentos. El decía que hacer es la mejor manera de decir”, destacó la embajadora cubana en Chile, Mercedes Vicente.
Recordó que el apóstol es el ideólogo de los jóvenes que, encabezados por Fidel Castro, subieron a la Sierra Maestra a luchar por un país mejor, reconocido hoy en todo el mundo por su dignidad.
La diplomática destacó la profundidad del pensamiento de Martí, un hombre que a pesar de haber tenido una vida política tan intensa, legó una obra enjundiosa y abarcadora.
Funcionarios de la capital, miembros del movimiento de solidaridad con Cuba, amigos de la Revolución e integrantes del cuerpo diplomático asistieron al acto convocado por el Instituto Chileno Cubano de Cultura José Martí.
A nombre del instituto, Roberto Cano Barriga, se refirió a las facetas del apóstol como poeta y educador.
Martí utilizó la poesía como un medio para expresarse, a través de versos limpios y directos consiguió exponer sus ideas políticas, sus sentimientos amorosos, e incluso, su posición respecto a las religiones, dijo.
Destacó la importancia que le concedía a la educación, cuando decía: “el pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos”.
Para Manuel Henríquez, del Partido Comunista de Chile, este hijo predilecto de Cuba no solo dejó huellas de lucha y dignidad en su país, sino también en todo el continente.
Martí fue un poeta, escritor, periodista, filósofo, docente y diplomático, pero ante todo fue un político y un revolucionario, afirmó.
Recordó que su histórica frase Patria es Humanidad, se refleja en la solidaridad internacionalista, la cual es uno de los pilares fundamentales de la política exterior de la Revolución Cubana.
lam/car