Así sucedió ante un eventual problema de salud de uno de los electores en esta ciudad, quien con sus más de 80 años a cuestas colocó bien temprano una enorme bandera cubana desde lo alto del techo de su vivienda, para que fuera visible en el momento de dirigirse al colegio de votación, en el consultorio médico.
Minutos después, tras cantar el Himno Nacional y dedicarle un minuto de silencio a uno de los militantes comunistas del entorno, recientemente fallecido, el octogenario sufrió un desmayo debido a un fuerte estado catarral ligado a presumibles hipotensión e hipoglicemia.
Ante el susto inicial por la sospecha de infarto y la paulatina recuperación, se desató un enjambre de solidaridad, encabezado por Alina, la doctora de la familia, quien se mantuvo expectante hasta que el paciente fue llevado al hospital.
En el transcurso de la mañana de ejercicio democrático, cuando los electores acudían a votar, el estado de salud del santiaguero fue tema de conversación y motivo de interés en la comunidad, al tiempo que las muestras de genuino humanismo conmovieron a los familiares en medio de la estresante situación.
Así es Cuba, tierra que apuesta por no perder la ternura, a pesar de las carencias materiales y la guerra mediática que intenta convencer a los cubanos de que no valen los sacrificios por el mejoramiento económico y social, que en buena medida beneficie a todos, como preconiza el Socialismo.
Pese al percance personal y cuando las aguas tomaron su nivel, cada uno de los integrantes de la familia votó por los candidatos incluidos en las boletas, correspondientes a dos circunscripciones de la oriental urbe.
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