Antes, fue un próspero pueblo de pesca de perlas y puerto comercial; ahora, deviene sitio patrimonial más grande de Qatar, con una impresionante muralla, antiguos palacios, casas residenciales, mercados y áreas industriales.
Ubicada a 105 kilómetros de Doha en el municipio de Madinat ash Shamal, el mayor yacimiento arqueológico del país muestra, además, mezquitas, chozas de pescadores, puerto, canal y cementerios.
En una superficie cercana a los cinco kilómetros cuadrados, se pueden apreciar los fuertes Murair y Al Zubarah, última edificación erigida en la zona, tierras planas salinizadas y estériles, en tanto dan cuenta del pasado objetos como ollas y sartenes originales, pesos de buceo, balas de cañón, tuberías de arcilla y monedas.
Fundada por comerciantes a mediados del 1700, la urbe abrazó el esplendor con la pesca de perlas, pero su crecimiento quedó trunco debido a los conflictos de poder entre las familas de la región, lo cual generó destrucción y el posterior abandono del territorio.
Según datos históricos, en 1878 los Al Thani atacaron y la redujeron a ruinas; no obstante, las disputas por adueñarse del espacio permanecieron durante décadas, con guerras, un embargo comercial que provocó la decadencia de la península, altas tensiones y el rol del gobierno británico como mediador.
En ese contexto, emergió a inicios del siglo XX el citado fuerte Al Zubarah, una muralla militar construida durante el mandato de Sheikh Abdullah bin Jassim Al Thani en 1938, como una estación de socorrismo.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la fortaleza es el ejemplo más reciente y prominente del yacimiento arqueológico del territorio, también inscrito en la selecta lista de sitios emblemáticos de la organización internacional
La era de tensiones y disputas cesó en la década de 1950 cuando los Al Thani recuparon la localidad, pero los litigios territoriales llegaron hasta las cortes internacionales, mientras el pueblo se erigía como sitio de obligada visita en Qatar desde su transformación como museo en 1987.
En medio de la Copa Mundial de fútbol, la presencia de visitantes resulta notable, pese a la distancia de la capital y el ajetreo constante detrás de los balones, a la espera de las gambetas y los goles.
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