A la sorpresa de la derrota de Portugal a manos de los marroquíes, cuyo equipo lleva el nombre de ese animal, se une el singular descubrimiento esta semana de un fósil de esa subespecie (Panthera leo leo), originaria del norte de África.
Según anunció el Instituto Nacional de Arqueología y Patrimonio de Marruecos, un equipo de investigadores estadounidenses y franceses encontraron los restos del también llamado león de Berbería en el yacimiento de Bizmoune, Essaouira, en la costa atlántica de esta nación africana.
Hallazgo que al igual que el triunfo de Marruecos en cuarto de finales, sorprendió al mundo, por ser la primera vez en la historia de la investigación arqueológica que se encuentran partes fósiles de ese felino extinguido el pasado siglo y cuyos últimos ejemplares en su hábitat natural se reportaron en 1940.
Para los científicos, el descubrimiento arroja nuevas luces sobre esta subespecie, considerada la más fuerte y grande dentro de los leones, cuyos machos, que ostentaban una larga y espesa melena negra, llegaban a alcanzar hasta 300 kilogramos de peso, razón por la cual se convirtieron en un signo de poder muy valorado por emperadores y reyes en todo el mundo.
Se dice que el romano Julio César llegó a tener un cortejo de 600 ejemplares y Pompeyo, uno de 400.
Muchos se convirtieron en mascotas, mientras otros se enfrentaban a los gladiadores en los coliseos, para el disfrute morboso de quienes acudían a los sangrientos espectáculos.
En la Inglaterra medieval, había leones del Atlas en la Torre de Londres, y narran las historias de época, que sus jaulas estaban tan cerca de la entrada que ningún visitante podía poner pie en esos dominio reales sin tropezar la mirada con sus ojos color ambar.
El descubrimiento en 1937 de los cráneos de dos ejemplares machos nacidos entre 1280 y 1385, en la fosa de la Torre, arrojaron pistas de su existencia en Reino Unido hace más de 700 años.
Inicialmente las Panthera leo leo estaban ampliamente distribuidos por el Magreb, Egipto, el noreste de Sudán, Eritrea, el norte de Etiopía y toda el área ocupada por el Sahara, entonces una extensa sabana, que a partir del cuarto o tercer milenio antes de Cristo comenzó a desecarse y convertirse en el desierto que es actualmente.
Con la desaparición de las plantas lo hicieron también los grandes herbívoros y con ellos los leones.
Afirman los expertos que la primera zona de la cual el león del Atlas desapareció por causas humanas, y no exclusivamente climáticas, fue del delta del Nilo, antes del 3000 A.C debido al impacto sobre el medio que causaron los egipcios al construir sus grandes ciudades y presas.
Pero aseguran los estudiosos que el mayor impacto negativo en la vida de esos inmensos felinos, con consecuencias dramáticas para su supervivencia, lo tuvo la introducción de las armas de fuego en el norte de África, pues los cazadores y agricultores hicieron de ellos sus presas favoritas.
Varias décadas después de su extinción en libertad (supuestamente en la primera mitad del pasado siglo), en 1970 el león reapareció de forma sorprendente, cuando el primer Zoológico de Temara, Marruecos, abrió sus puertas y el entorno del rey Hasán II ofreció una colección privada de felinos que perteneció a su padre, Mohamed V.
Aunque la pureza de los sobrevivientes en cautiverio es cuestionada, lo cierto es que siguen siendo venerados en el reino marroquí, hasta el punto de que su selección de fútbol se identifica con ese nombre, quizás por aquello de su gran poder o porque aseguran que fueron expertos cazadores e incansables luchadores.
Esas cualidades parecen haber sido heredadas por jugadores que, contra todo pronóstico y para pesar de los fanáticos lusos, acaba de dejar fuera del Mundial al favorito Portugal en una espectacular anotación de 1-0.
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