En el Estadio Ciudad de la Educación, las lágrimas de Son Heung-min fueron tasadas en oro, mientras a 24.6 kilómetros de distancia, unos 22 minutos en automóvil, Luis Suárez cubrió su rostro para ocultar el desconsuelo.
Reunido en círculo en la cancha, con móviles en las manos y el corazón estrujado, el equipo asiático en pleno siguió los últimos 630 segundos del duelo de los sudamericanos contra Ghana, porque su destino dependía del aquel resultado y de otras personas, algo poco aconsejable en el deporte y la vida.
En el parque Al Janoub, cuyo techo retráctil dejaba ver la noche de la ciudad de Al-Wakrah, los uruguayos tiraron de la mítica “garra charrúa” en esos últimos compases, pero el esfuerzo quedó en cenizas, en par de casos por las atajadas del portero Lawrence Ati-Zigi, en los restantes porque la carga emocional era demasiado pesada.
Lo paradójico es que el tope Corea del Sur-Portugal inició al unísono; y la diferencia estuvo en el alargue del primer tiempo entre celestes y africanos. Desde que FIFA instauró este sistema para el día de definiciones de las llaves, el Mundial deviene sinónimo de adrenalina absoluta.
En las tribunas de cada local, el paisaje era idéntico y solo cambiaban los colores de las camisetas: los seguidores suspiraban impulsados por el contexto y las pasiones mostraron sus verdaderos significados al escucharse el silbato que decretó el fin de las angustias asiáticas.
Con su victoria ante el clasificado plantel de Cristiano Ronaldo (1-2), Corea del Sur avanzó a octavos de final por diferencia de goles, mientras Uruguay quedó a las puertas de la tierra prometida pese a su éxito sobre Ghana (2-0).
«Tocaba ganar y lo hicimos, pero llegamos a este punto por nosotros mismos. Siento tristeza y decepción», dijo “El Pistolero” Suárez en la zona mixta, tras disputar su último partido en la vitrina más importante de la disciplina.
De un lado, los héroes Kim Young Gwon (27) y Hee-Chang Hwang (90+1), quienes impulsaron a los suyos a la siguiente ronda; en el otro, Georgian De Arrascaeta (26 y 32), autor de un doblete que puso a soñar a más de tres millones de compatriotas. En cualquier caso, las lágrimas cobraron protagonismo.
Con todo lo generado entre España, Japón, Costa Rica y Alemania, parecía la víspera que el cierre de la llave E era insuperable, y solo bastaron unas horas para obtener postales más sublimes de Qatar 2022, algunas hasta amargas por las protestas de los jugadores uruguayos contra los árbitros.
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