Ciudad de Guatemala (Prensa Latina) Partamos de dos verdades incontrastables: 1) Siguiendo a G. W. F. Hegel puede decirse, sin temor a equivocarnos, que “la historia es un saltar sacrificial”, agregaríamos además que “siempre anegado de sangre”. Es decir: los acontecimientos humanos llevan implícita una lucha de poder permanente, que se expresa de muy diversas maneras. ¿Por qué el ejercicio del poder atrae tanto, fascina, embelesa? Porque la sensación de sentirse poderoso confiere la ilusoria fantasía de “tenerlo todo”, de “estar en completud”, ser plenos. En otros términos: nos libra, ilusoriamente, de la finitud. Algo así como son los diversos dioses (alrededor de tres mil) que la civilización ha creado en la historia: proyección de nuestros más atávicos deseos que borra la humana incompletud: las deidades lo pueden todo. El poder nos hace sentir dioses.