Por Liz Arianna Bobadilla León
Redacción de Cultura
Este desgarrador testimonio fílmico dirigido por Santiago Mitre, emerge en la escena cinematográfica contemporánea como una forma de vindicar a las más de 30 mil personas secuestradas, detenidas, torturadas y asesinadas en ese nación entre 1976 y 1983, recordó la productora Agustina Llambi, en exclusiva con Prensa Latina.
Inscrita en el catálogo del 43 Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano, la película devuelve al público el sabor de los años 80 del siglo pasado, cuando Argentina vivió los momentos más oscuros de su historia, seguidos de una escalada de denuncias a los horrores cometidos por el régimen.
En esa lucha por la verdad y destapar esa caja de Pandora -llena de atrocidades-, aparecieron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y otras organizaciones, al tiempo que nació la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, decretada por el expresidente Raúl Alfonsín (1983-1989).
Precisamente, en esta trama controversial y dolorosa se basa la cinta que apuesta por ilustrar episodios “donde convergen todos los sentimientos” y que parecían haberse borrado tras el juicio de 1985, señaló la productora.
Y en ese momento, el filme aparece como un atisbo del pasado, pues “muchos jóvenes que nacieron en democracia necesitan conocer de acontecimientos como estos”, explicó Llambi, quien calificó la acogida del público como un hecho impresionante, que impactó de igual forma a “las personas que lo vivieron y aquellos que no sabían nada”.
Incluso -acotó- la entrega motiva el interés por la historia, los familiares se acercan al archivo donde están los documentos del juicio y se constata cómo las nuevas generaciones descubren una realidad que prácticamente les era ajena.
En ese sentido, el también productor Santiago Cabante destacó la organización de proyecciones para estudiantes de secundaria en los cines, como consecuencia de ese despertar de la curiosidad nacional.
MARIDAJE DE REALIDAD Y FICCIÓN
Cientos de materiales de archivo, testimonios y hasta escenarios, como la sala del juzgado, avalan la veracidad de la narrativa de la cinta que articula realidad y ficción como herramientas para lograr una dramaturgia coherente y atractiva.
De acuerdo con Llambi, para reivindicar a las víctimas se valieron de todos los elementos documentales, en tanto mostraron a los protagonistas/héroes que llevaron adelante “esa gran gesta”, en aras de concebir una película humanista.
“La función pública de los personajes está condicionada por su círculo más íntimo y por las familias de uno y otro”, y así quisimos que se viera en pantalla, por eso de los 800 testigos que mostró el juicio y los miles de casos estudiados, el audiovisual solo alude a siete.
“Fue un caudal enorme de información y de historias, cada uno de esos testimonios era una película en sí misma”, acotó la productora, mientras recordó las atrocidades experimentadas por esas personas y la necesidad de “seleccionar fragmentos para dar a entender el impacto que tuvo en la sociedad”, la cual estuvo representada por la audiencia, la familia y los jueces.
REGRESO AL PASADO
Una de las victorias de la película, además de su excelente factura, guion y trabajo actoral, recae en la posibilidad brindada de recordar el hecho que supuso un punto de giro en Argentina, al sufrir los embates de la lucha de poder con un golpe de Estado tras otro y las dictaduras; la de 1976 “fue la última pero no la única”.
Así lo refirió la productora Agustina Llambi, quien evocó las heridas de hace más de 40 años en un país carente de opciones “para elegir un sistema propio, con problemas, errores, como en todo el mundo”, y que un año y medio después de la recuperación democrática inicia el giro de 180 grados con este juicio.
Pieza elegida para encender los proyectores de la cita del séptimo arte en La Habana, que acontece hasta el 11 de diciembre, el largometraje superó el millón de espectadores en Argentina, un hecho insólito tras las dificultades ocasionadas por el corto período otorgado por Amazon Estudios para el recorrido por las salas.
Ello constituyó una prueba de la necesidad de volver a esos años, aunque la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas ya había hecho un informe, puesto a disposición del ejecutivo y la población, porque “una cosa es leer un informe de miles de páginas y otra es escuchar a la gente contar lo que les había pasado en carne propia”.
Asimismo, mencionó el impacto de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, pero ese acto devino despertar, ocasión idónea para abrir los ojos “con respecto a lo que pasó cabalmente, con todos los detalles escabrosos, con un nivel de sadismo y maldad indescriptible”.
PEQUEÑOS DETONANTES DE RECUERDOS
Galardonada en la 79 Mostra de Venecia, Italia y el Festival de San Sebastián, España, la película posee los elementos para destacar desde todos los ángulos. Desde su estreno acapara elogios de la crítica en aspectos como el guion de Mitre y Mariano Llinás, la música de Pedro Osuna, la fotografía de Javier Juliá o las actuaciones de Ricardo Darín, Peter Lanzani, Alejandra Flechner y Carlos Portaluppi, entre otros.
De igual forma destaca la ambientación del filme, que traslada a la época de los años 80 sin estridencias, pero con un manojo de detalles que disparan los recuerdos de los espectadores en cada secuencia.
Para lograr este efecto, Llambi explicó que desarrollaron un amplio trabajo de mesa, consultando archivos fotográficos, de videos y películas de la época, porque a lo largo de las décadas «el espacio público cambió, la iluminación, el trazado de las calles, los autos, el vestir, todo».
“Quisimos hacer unos ‘80 que no fueran estridentes, alejados de la cultura pop, para que la gente pudiera descubrir elementos de esa etapa y recordar algo, un período en un tono más bajo centrado en las pequeñas cosas como el diseño de la casa de Julio Strassera, las tazas del desayuno, su despacho, los papeles, la máquina de escribir”, detalló.
Igualmente, el rodaje en exteriores supuso un reto para el colectivo debido a dos cuestiones esenciales: el impacto de la pandemia de la Covid-19 y la recreación temporal, que los hizo recurrir a los efectos especiales y el control de los sets.
Estrenado en septiembre e incluido en la categoría de largometrajes de ficción del festival cubano, el filme es calificado como necesario, al poner sobre la mesa ese acto de justicia que logró condenar a los dictadores Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera, Orlando Ramón Agosti, Roberto Eduardo Viola, Armando Lambruschini, Omar Domingo Rubens, Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo.
De la mano de los protagonistas, el fiscal Strassera y su adjunto, Luis Moreno, la cinta recrea los momentos en que el enjuiciamiento de los jefes militares resultó obstruido por las Fuerzas Armadas y el juicio civil posterior, cuyo resultado fue un hecho histórico y un golpe a la impunidad.
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