Poco a poco, el recinto se llenó de vida esta semana, camino al encendido del pebetero en el Estadio Nacional el próximo 20 de octubre.
Cientos de personas hormiguean en esta especie de microciudad donde atletas, oficiales, entrenadores, oficiales se hacen fotos, conversan y son atendidos constantemente por voluntarios que se esmeran en atenderlos.
Al caer la tarde, muchos se reúnen en la Plaza de las Banderas, donde reciben la bienvenida oficial de los organizadores y disfrutan de los bailes típicos de Chile.
A todos les han entregado un álbum fotográfico de Santiago para que, en palabras del director ejecutivo del evento, Harold Mayne-Nicholls, “vivan momentos inolvidables” y se marchen “con una tremenda postal” de estos Juegos.
Mientras, cinco aviones de la Fuerza Aérea chilena tiñen el cielo de la Villa con una pirueta tricolor y todos sienten que el comienzo de los Panamericanos, ahora sí, es inminente.
CUBA: CÁLIDO RECIBIMIENTO Y UN ACOMPAÑANTE SINGULAR
Entre las delegaciones deportivas que ocuparon este martes la Villa Panamericana, la de Cuba recibió a primera hora una cálida bienvenida a su arribo al Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez.
Con cánticos de “Cuba, Cuba, Chile te saluda” y banderas ondeando en todo momento, los atletas de la nación caribeña fueron ovacionados al salir de la terminal aérea por un grupo de chilenos solidarios con la isla.
Antes, sin embargo, realizaron su extensa travesía desde La Habana acompañados por un tripulante singular, pues el responsable de la seguridad del vuelo no fue otro que Amadoris González, bicampeón panamericano de la lucha grecorromana en Indianápolis 1987 y La Habana 1991.
Integrante de los equipos en los que también se encumbraron gladiadores como Juan Luis Marén y Héctor Milián, González se coronó en la división de los 57 kg en ambas citas, al vencer en sus respectivas finales al panameño Ramón Mena y al colombiano Víctor Capacho.
Oriundo de Bayamo, aunque nunca llegó a disputar unos Juegos Olímpicos, todavía conserva el sabor de aquellos triunfos y también el del bronce que conquistó en el Mundial de Budapest 1985.
Tras su retiro del deporte, Amadoris González lleva casi tres décadas trabajando en el sector de la aviación, pero todavía sigue de cerca los resultados de la lucha y considera que ese deporte volverá a contribuir al botín dorado de Cuba en los Panamericanos de Santiago 2023.
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