Por Lemay Padrón Oliveros
Morochito, segundo de 14 hermanos, siempre supo lo que era luchar, pues tuvo que vender pescado desde muy pequeño para ayudar a su familia a subsistir.
Cinco años más joven que Carlos «Morocho» Hernández, uno de los boxeadores profesionales más ilustres de su país, a Francisco se le pegó el diminutivo como apodo, también atendiendo a su físico.
Analfabeto hasta la adolescencia, el pugilista ganó fama como peleador amateur: en 1967 ganó el oro en la división de 48 kilogramos durante los Juegos Panamericanos de Winnipeg, algo que repetiría cuatro años más tarde en Cali, y llegó a acumular un récord de 266 victorias y apenas cuatro derrotas en su carrera.
Pero fue en México 1968 cuando con 23 años dejó su marca indeleble. Tras eliminar al estadounidense Harlan Marbley, derrotó al surcoreano Jee Yong-ju en la final de la categoría minimosca y ganó la única medalla dorada olímpica del boxeo de Venezuela en toda la historia, no sin antes esforzarse para hacer el peso, pues estuvo pasado horas antes del combate crucial.
El púgil suramericano debió reponerse también a la fractura de su pulgar en ese tope por el oro contra Jee en el último asalto, precisamente el más importante porque los dos anteriores habían sido parejos, pero la felicidad por el logro alcanzado finalmente por votación dividida 3-2 hizo olvidar todo lo demás.
Tras ese logro firmó un contrato profesional, como es costumbre en esa disciplina, y más aún para alguien de origen humilde, pero antes fue a ver una pelea con su madre, Olga Margarita Rodríguez, pues nunca utilizó el apellido Brito del padre.
En medio del combate uno de los contendientes recibió un golpe y unas gotas de sangre cayeron sobre el regazo de Olga, quien le pidió a su hijo cancelar el contrato, por lo cual Morochito siguió en las filas del amateurismo y nunca se convirtió en boxeador profesional.
Años después el cumanense fue exaltado merecidamente al Salón de la Fama del Deporte Venezolano y ha recibido numerosos homenajes, dentro y fuera de su país, donde en su honor se celebran desde 2009 los Juegos Nacionales de las Glorias Deportivas, Copa Francisco “Morochito” Rodríguez.
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